Oración matinal, 2 de febrero
Oh Jehová, de mañana oirás mi
voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré. Salmos 5:3. DNC 41.1
La primera aspiración del alma
por la mañana debe ser la de acudir a la presencia de Jesús. “Sin mí—dice
Cristo—nada podéis hacer”. Jesús es lo que necesitamos: su luz, vida y espíritu
deben ser nuestros constantemente. Lo necesitamos cada hora. Y por la mañana
debemos pedir en oración que tal como el sol ilumina la campiña y llena el
mundo de luz, el Sol de justicia brille en los recintos de la mente y el
corazón, y nos haga todo luz en el Señor. No podemos vivir un momento sin su
presencia. El enemigo sabe cuándo empezamos a hacer a un lado a nuestro Señor,
y allí está él, listo para envenenar nuestra mente con sus malvadas sugestiones
para que perdamos la firmeza; pero el Señor desea que momento tras momento
moremos en él, y así en él seremos plenos... DNC 41.2
Dios tiene el propósito de que
cada uno de nosotros sea perfecto en él, para que podamos presentar ante el
mundo la perfección de su carácter. El quiere que nos libertemos del pecado,
que no defraudemos al cielo, que no contristemos a nuestro divino Redentor. El
no desea que profesemos el cristianismo, y que luego no nos apropiemos de la
gracia que nos podrá hacer perfectos, para que no seamos hallados faltos. DNC 41.3
La oración y la fe harán lo que
ningún poder en la tierra podrá hacer. Raramente nos encontramos dos veces en
la mismísima situación. Tenemos que atravesar continuamente por nuevas
situaciones y pruebas, donde la experiencia pasada no puede ser guía
suficiente. Debemos tener la luz continua que viene de Dios. Cristo manda
continuamente mensajes a los que escuchan su voz. DNC 41.4
Forma parte del plan divino el
sernos concedido en respuesta a la oración de fe lo que no nos sería dado de
otro modo.* DNC 41.5
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