La creación del mundo, exaltad a Jesús como el
creador, 2 de febrero
En el principio creó Dios los cielos
y la tierra. Génesis 1:1. EJ 41.1
El Padre y el Hijo emprendieron
la grandiosa y admirable obra que habían proyectado: la creación del mundo. La
tierra que salió de las manos del Creador era sumamente hermosa. Había
montañas, colinas y llanuras, y entre ellos, ríos, lagos y lagunas. La tierra
no era una vasta llanura; la monotonía del paisaje estaba interrumpida por
colinas y montañas, no altas y abruptas como las de ahora, sino de formas
hermosas y regulares. No se veían las rocas escarpadas y desnudas, porque
yacían bajo la superficie, como si fueran los huesos de la tierra. Las aguas se
distribuían con regularidad. Las colinas, montañas y bellísimas llanuras
estaban adornadas con plantas y flores, y altos y majestuosos árboles de toda
clase, muchísimo más grandes y hermosos que los de ahora. El aire era puro y
saludable, y la tierra parecía un noble palacio. Los ángeles se regocijaban al
contemplar las admirables y hermosas obras de Dios. EJ 41.2
Después de crear la tierra y
los animales que la habitaban, el Padre y el Hijo llevaron adelante su
propósito, ya concebido antes de la caída de Satanás, de crear al hombre a su
propia imagen. Habían actuado juntos en ocasión de la creación de la tierra y
de todos los seres vivientes que había en ella. Entonces Dios dijo a su Hijo:
“Hagamos al hombre a nuestra imagen” Cuando Adán salió de las manos de su
Creador era de noble talla y hermosamente simétrico. Era bien proporcionado y
su estatura era un poco más del doble de la de los hombres que hoy habitan la
tierra. Sus facciones eran perfectas y hermosas. Su tez no era blanca ni
pálida, sino sonrosada, y resplandecía con el exquisito matiz de la salud. Eva
no era tan alta como Adán. Su cabeza se alzaba algo más arriba de los hombros
de él. También era de noble aspecto, perfecta en simetría y muy hermosa. EJ 41.3
La inocente pareja no usaba
vestiduras artificiales. Estaban revestidos de un velo de luz y esplendor como
el de los ángeles. Este halo de luz los envolvió mientras vivieron en
obediencia a Dios. Aunque todo cuanto el Señor había creado era perfecto y
hermoso, y parecía que nada faltaba en la tierra creada por él para felicidad
de Adán y Eva, les manifestó su gran amor al plantar un huerto especialmente
para ellos. Parte del tiempo debían emplearlo en la placentera labor de
cultivar ese huerto, y otra parte en recibir la visita de los ángeles, escuchar
sus instrucciones y dedicarse a feliz meditación.—La Historia de la Redención, 20-21. EJ 41.4
El hombre salió de las manos de
Dios perfecto en cada facultad de la mente y del cuerpo; dotado de una
cabalidad perfecta; por lo tanto, con perfecta salud.—My Life Today, 126. EJ 41.5
Comentarios
Publicar un comentario