¡Cuánta
solicitud! 23 de marzo
Vestíos de toda la armadura de
Dios, para que podáis estar firmes contra las acechanzas del diablo. Efesios 6:11. CDCD 89.1
Tiempos tempestuosos se agolpan
delante de nosotros. La tierra está corrompida y su corrupción aumentará. Pero
ustedes pueden tener perfecta confianza en Cristo. A pesar de la violencia, el
crimen y el robo, hay un Dios que es el Rey del universo. Somos sus hijos; no
estamos sujetos a un destino caprichoso. Tenemos, sí, tienen ustedes, al leer
las palabras de aliento pronunciadas por Cristo, la sagrada promesa que
renovará las fuentes de la esperanza. Pueden regocijarse en un Salvador
viviente. Es nuestro Señor que ha resucitado. Sus promesas son para todos los
que quieran recibirlo. CDCD 89.2
Las lecciones divinas de la
Palabra de Dios nos demuestran que el hombre, en su totalidad, debe ser tratado
respetuosamente. Las facultades de la mente, las fuertes pasiones, no deben ser
aplastadas como enemigos, sino sometidas al dominio de Cristo, enjaezadas para
su servicio. Revestidos de toda la armadura, debemos combatir por la verdad y
la justicia. Todas nuestras facultades deben ser consagradas a los fines más puros. CDCD 89.3
Cristo vino a redimir a la
humanidad. Está interesado en todas nuestras acciones. Desea amoldarnos de
acuerdo con la semejanza divina. No descansará hasta que cada caso haya sido
decidido. Se me ha permitido apreciar su solicitud, y el gran amor con que nos
ha amado. No tengo duda con respecto a la dirección de su providencia en el
curso de la historia de nuestra causa. Sería tan culpable como los hijos de
Israel si no aprendiera las lecciones que se desprenden de las reprensiones que
Dios les dio. La desobediencia debe ser y será castigada a menos que los
hombres y mujeres se vuelvan de sus transgresiones y pecados y conviertan sus
puntos más débiles en los más fuertes por medio de continua vigilancia. La
oscuridad se convertirá en luz por medio de la obediencia... CDCD 89.4
Cristo ha dado el mensaje,
lleno de las bendiciones de su poder. Vino a redimir a la humanidad, y
continuará enviando mensaje tras mensaje para salvar a su rebaño de los engaños
de Satanás. No cesará de enviar sus mensajes hasta que el universo redimido
esté en paz.—Carta 100, del 23 de marzo de 1906, dirigida
al Hno. Stephen Belden y su esposa, ancianos obreros de sostén propio. CDCD 89.5
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