Una patria mejor, 18 de febrero
Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no
se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. Hebreos 11:16. CV 55.1
Cuando Lot se estableció en Sodoma, estaba completamente decidido
a abstenerse de la impiedad y a “mandar a su casa después de sí” que obedeciera
a Dios. Pero fracasó rotundamente... CV 55.2
Muchos continúan cometiendo un error semejante... Sus hijos se ven
rodeados de tentaciones, y muy a menudo entran en relaciones poco favorables al
desarrollo de la piedad y a la formación de un carácter recto. El ambiente de
baja moralidad, de incredulidad, o indiferencia hacia las cosas religiosas,
tiende a contrarrestar la influencia de los padres. La juventud ve por todas
partes ejemplos de rebelión contra la autoridad de los padres y la de Dios;
muchos se unen a los infieles e incrédulos y echan su suerte con los enemigos
de Dios. CV 55.3
Al elegir un sitio para vivir, Dios quiere que consideremos ante
todo las influencias morales y religiosas que nos rodearán a nosotros y a
nuestras familias. Podemos encontrarnos en posiciones difíciles, pues muchos no
pueden vivir en el medio en que quisieran. Pero dondequiera que el deber nos
llame, Dios nos ayudará a mantenernos incólumes, si velamos y oramos, confiando
en la gracia de Cristo. Pero no debemos exponernos innecesariamente a
influencias desfavorables a la formación de un carácter cristiano. Si nos
colocamos voluntariamente en un ambiente mundano e incrédulo, desagradamos a
Dios, y ahuyentamos a los ángeles de nuestras casas. CV 55.4
Los que procuran para sus hijos riquezas y honores terrenales a
costa de sus intereses eternos, comprenderán al fin que estas ventajas son una
terrible pérdida. Como Lot, muchos ven a sus hijos arruinados, y apenas salvan
su propia alma. La obra de su vida se pierde; y resulta en triste fracaso. Si
hubiesen ejercido verdadera sabiduría, sus hijos habrían tenido menos
prosperidad mundana, pero tendrían en cambio seguro derecho a la herencia
inmortal. CV 55.5
La herencia que Dios prometió a su pueblo no está en este mundo... CV 55.6
Tenemos que vivir aquí como “peregrinos y advenedizos”, si
deseamos la patria “mejor, es a saber, la celestial”. Historia de los Patriarcas y Profetas, 165-167.*
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