Jesús es nuestro mejor amigo, 18 de febrero
El hombre que tiene amigos, ha
de mostrarse amigo: y amigo hay más conjunto que el hermano. Proverbios 18:24. NEV 57.1
¡Cuán pocos son los que
contemplan constantemente al huésped invisible, comprendiendo que está a su
mano derecha! ¡Cuántos son los que ignoran su presencia! Si tratáramos a otros
de la manera en que tratamos a Jesús, ¡cuán descorteses nos considerarían! NEV 57.2
Supongamos que esté con
nosotros un amigo, y que en el camino encontremos a una persona, y le dirijamos
toda nuestra atención a esa nueva relación, desentendiéndonos de la presencia
de nuestro amigo, ¿qué opinión tendrían los hombres de nuestra lealtad hacia
nuestro amigo, de nuestro grado de respeto hacia él? Y así es como tratamos a
Jesús. Nos olvidamos de que es nuestro compañero. Iniciamos una conversación, y
nunca mencionamos su nombre. ... Hablamos de negocios mundanos, y no
deshonramos a Jesús en las cosas esenciales; pero lo deshonramos cuando dejamos
de mencionar su nombre en nuestras conversaciones con nuestros amigos y
asociados. El es nuestro mejor amigo, y por eso debiéramos buscar la
oportunidad de hablar de él. ... Siempre debiéramos tenerlo en cuenta. Nuestra
conversación debiera ser de tal naturaleza, que no ofenda a Dios.—The Signs of the Times, 9 de enero de 1893. NEV 57.3
Yo sé que en muchos corazones
surge la pregunta: “¿Dónde puedo encontrar a Jesús?” Hay muchos que desean su
presencia, su amor y su luz; pero no saben hacia dónde mirar para encontrar a
Aquel por quien suspiran sus corazones. Y sin embargo, Jesús no se oculta;
nadie necesita buscarlo en vano. El dice: “He aquí yo estoy a la puerta y
llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré a él y cenaré con él
y él conmigo”. Apocalipsis 3:20. Jesús nos invita a aceptar
su presencia; pero nosotros debemos abrirle la puerta del corazón, y permitirle
la entrada. Pero él no va a compartir un corazón dividido. Si se ha entregado
al servicio de Mammón, y el orgullo y el egoísmo llenan todas las cámaras, no
habrá lugar para el huésped celestial; él no morará con nosotros, hasta que el
templo del alma haya sido vaciado y limpiado. Sin embargo, no hay necesidad de
fracasar en la vida cristiana. Jesús está esperando para hacer una gran obra en
nuestro favor, y todo el cielo está interesado en nuestra salvación.—The Review and Herald,
24 de noviembre de 1885. NEV 57.4 https://m.egwwritings.org/es/book/1778.391
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