Cristo vino a cumplir la ley, 18 de febrero
No penséis que he venido para
abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Mateo 5:17. HHD 57.1
Dios escogió a Israel como
depositario de sus tesoros inapreciables de verdad para todas las naciones, y
le dio su ley como norma del carácter que debía desarrollar ante el mundo, ante
los ángeles y ante los mundos no caídos... Debido a la desobediencia y a la
deslealtad, la nación elegida por Dios desarrolló un carácter exactamente
opuesto al que el Señor quería que desarrollara al obedecer su ley. Pusieron su
propio molde e inscripción sobre la verdad, retirando la inscripción de Dios...
La ley de Dios quedó sepultada bajo las formalidades externas y minuciosas,
tales como los frecuentes lavamientos de manos antes de comer y el lavamiento
de los platos y las copas. Se diezmaban hasta las más pequeñas hierbas de la
huerta. A todos los que le daban tanta importancia a estas cosas pequeñas
Cristo dijo: “Esto era menester hacer, y no dejar lo otro”... HHD 57.2
En medio de toda esta confusión
de voces discordantes, se necesitaba un maestro que viniera directamente del
universo celestial para dirigir palabras procedentes de labios inspirados a los
corazones humanos, y para proclamar las verdades probatorias tan importantes
para cada cual... HHD 57.3
Como Maestro enviado por Dios,
la obra de Cristo consistía en explicar el verdadero significado de las leyes
del gobierno de Dios... Al engarzar la verdad en la trama de la propia ley de
Dios, permitió que resplandeciera con su lustre original y celestial...
Entronizó los preceptos divinos junto con la realeza de las verdades eternas e
incorruptibles, que llevaban la sanción de Dios, Fuente de toda verdad.—Manuscrito 125, 1901. HHD 57.4
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