Podemos tener una fe tan genuina como la de
Noé, 18 de febrero
“Dijo luego Jehová a Noé: Entra
tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí en esta
generación”. Génesis 7:1. CT 57.1
A Noé se le ordenó que
construyera un arca para salvarse él y su casa. Se dice, “porque a ti [Noé] he
visto justo delante de mí en esta generación”. Y también se dice: “Noé caminó
con Dios”. Noé no se detuvo a preguntar: “¿Qué pensarán de mí los habitantes de
este mundo si comienzo a construir un barco en tierra seca?” Él creyó en lo que
Dios le dijo y comenzó a trabajar de acuerdo a la luz y al plan que Dios le
había dado. Él tuvo que emplear muchos carpinteros que lo ayudaran en esta
labor monumental y hubo muchos de ellos que eran creyentes en ese tiempo. Pero
la mayor parte de los habitantes eran incrédulos e hicieron de Noé objeto de
burla y escarnio. Ridiculizaron la idea de construir una gran embarcación en
tierra seca. CT 57.2
La superficie de la tierra era
muy semejante a cuando Dios la había creado, aunque se habían producido algunos
cambios. Contemplaron los encumbrados árboles y las cosas maravillosas que Dios
había creado en la naturaleza y dijeron: “Es imposible que Dios destruya estas
cosas”. Lo que veían y percibían había impresionado a los habitantes del mundo
antediluviano, mucho más que el mensaje del cielo; sin embargo, Noé mantuvo su
integridad y fidelidad como un testigo ante aquella generación. CT 57.3
Abel, Enoc y Noé fueron
personajes representativos en su época ante los habitantes del mundo antiguo.
Cada uno había sido probado por la ley de Dios. ¿Obedecerían a Dios? ¿Harían lo
que el Señor les había ordenado o desobedecerían y cosecharían los resultados?
Si Noé hubiera sido como muchos en nuestros días habría dicho: “Crean, crean,
todo lo que tienen que hacer es creer”, y así jamás habría condenado al mundo.
Pero Noé tenía esa fe genuina, esa fe que obra. Por medio de su fe y de sus
obras dio testimonio a los habitantes del mundo antiguo de que creía en Dios.
Si hubiera dicho: “No puedo construir el arca, pues me considerarán loco si
confecciono un arca en tierra seca”, no habría tenido ninguna influencia sobre
ellos. Sin embargo, Noé creyó en lo que Dios había dicho y lo demostró por sus
obras. CT 57.4
Los habitantes de ese tiempo lo
consideraron loco; se rieron y burlaron de él, pero continuó con su trabajo
construyendo el arca según las orientaciones que Dios le había dado. Cuando Noé
ofrecía su último mensaje de advertencia a un mundo corrupto, ellos se
apartaron y lo ridiculizaron. Habían escuchado las oraciones de Noé que habían
ascendido cada día en favor de ellos y cómo con su corazón conmovido les
presentó el último mensaje que habrían de escuchar.—Manuscrito 86, 1886. CT 57.5
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