Cuando
el hombre coopera, 18 de febrero
Porque
Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena
voluntad. Filipenses 2:13. AFC
55.6
“He
aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta,
entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. Apocalipsis 3:20. Así ilustra el Redentor del
mundo la obra del Espíritu Santo en el corazón humano. Por un acto de su propia
fe, el ser humano se coloca en las manos del Señor para que él obre su buena
voluntad a su tiempo. Para estar en Cristo, debe haber un continuo ejercicio de
la fe... AFC 56.1
Este
es un proceso de preparación, una constante disciplina de la mente y del
corazón, para que Cristo obre su gran tarea en el corazón humano. El yo, el
viejo yo natural, muere, y la voluntad de Cristo es nuestra voluntad, sus
caminos son nuestros caminos y el ser humano, corazón, mente e intelecto, se
convierte en un instrumento en las manos de Dios para obrar ya no más maldad,
sino la justicia de Cristo... AFC 56.2
En
el plan divino, Dios no hace nada sin la cooperación del hombre. No compele a
la voluntad del hombre. Esta debe ser dada completamente al Señor, de lo
contrario el Señor no puede realizar su obra divina que quiere cumplir en el
ser humano. Jesús declaró que en un cierto lugar no pudo hacer muchas obras
admirables entre la gente, debido a su incredulidad. Quería hacer para ellos en
ese lugar precisamente lo que sabía que ellos necesitaban que hiciera, pero no
pudo realizarlo porque la incredulidad le cerró el camino. El alfarero no puede
modelar y dar forma para honra a lo que nunca ha sido colocado en sus manos. La
vida cristiana es una entrega diaria, sumisión y continuo triunfo que gana
renovadas victorias cada día. Esto es el crecimiento en Cristo, que da forma a
la vida de acuerdo con el modelo divino... AFC 56.3
La
devoción, la piedad y la santificación de todo el hombre se efectúan mediante
Jesucristo nuestra justicia.—Manuscrito 24, 1890. AFC
56.4
Comentarios
Publicar un comentario