Permanecer en Cristo, 18 de febrero
Permaneced en mí, y yo en
vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece
en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Juan 15:4. ELC 57.1
No es el contacto casual con
Cristo lo que se necesita, sino el permanecer en él. Él os llamó a morar con
él. No os propone una felicidad pasajera que se experimente ocasionalmente
mediante la búsqueda ferviente del Señor, y que se desvanece al abocaros a vuestras
ocupaciones seculares. Vuestra permanencia en Cristo aliviana toda tarea
necesaria, porque él lleva el peso de todas las cargas. El hizo provisión para
que permanezcáis en él. Esto significa que debéis estar conscientes de que
permanecéis en Cristo, de que estáis continuamente con Cristo, donde vuestra
mente se anima y fortalece porque la habéis puesto sobre Cristo... ELC 57.2
No os quedéis fuera de Cristo,
como hacen muchos que hoy se dicen cristianos. El permanecer “en mí, y yo en
vosotros” es una cosa posible de hacerse, y no se haría la invitación si
vosotros no pudierais hacerlo. Jesús nuestro Salvador os está atrayendo
continuamente mediante su Espíritu Santo, trabajando con vuestra mente para que
moréis con Cristo... Las bendiciones que concede están todas relacionadas con
vuestras propias acciones individuales. ¿Será rechazado Cristo? Él dice: “Y al
que a mí viene, no le echo fuera”. Juan 6:37. De otro grupo de personas dice: “Y
no queréis venir a mí para que tengáis vida”. Juan 5:40... ELC 57.3
¿Hemos comprendido plenamente
la bondadosa invitación: “Venid a mí”? El dice: “Permaneced en mí”, no permaneced conmigo. “Entended mi llamamiento.
Venid a mí para estar conmigo”. Concederá gratuitamente todas las bendiciones
implícitas en él a todos los que acudan a él en busca de vida... ELC 57.4
El Señor Jesús permanecerá con
vosotros y vosotros con él en todo lugar.—Manuscrito 194, 1898. ELC 57.5
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