Principios que subyacen a la ley de Dios, 16 de
febrero
Bienaventurados
los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.Mateo 5:3. RJ 53.1
En
el Sermón del Monte de Cristo fueron dadas la luz y la verdad, y se
establecieron principios que se aplican a toda condición de la vida, y a todo
deber que Dios requiere de nosotros. Cristo había venido para magnificar y
engrandecer la ley que El mismo había proclamado desde el Monte Sinaí a su
pueblo escogido durante su peregrinación por el desierto... RJ 53.2
En
todas sus lecciones, Cristo buscó impresionar en las mentes y los corazones de
sus oyentes los principios que subyacen a la gran norma de justicia. Les enseñó
que si guardaban los mandamientos de Dios, el amor por Dios y por sus prójimos
se manifestaría en su vida diaria. Buscó inculcar en sus corazones el amor que
sentía por la humanidad. De esta forma sembró las semillas de la verdad, cuyos
frutos producirán una rica cosecha de santidad y belleza de carácter. La santa
influencia no sólo se seguirá extendiendo mientras el tiempo dure, sino que sus
resultados se sentirán por toda la eternidad. Santificará las acciones y tendrá
una influencia purificadora donde quiera que exista. RJ 53.3
Sentado
allí en el monte, rodeado por sus discípulos y una gran multitud... Jesús
“abriendo su boca les enseñaba diciendo: Bienaventurados los pobres en
espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. RJ 53.4
Estos
no son murmuradores o quejosos, sino aquellos que se contentan con su condición
y sus circunstancias en la vida. No albergan el sentimiento de que merecen una
posición mejor que la que la Providencia le ha asignado, sino que manifiestan
un espíritu de gratitud por cada favor derramado sobre ellos. Todo pensamiento
orgulloso y sentimiento exaltado son desterrados del alma... RJ 53.5
Los
que son auténticamente santificados tienen un sentido de su propia debilidad.
Sintiendo su necesidad, irán por luz y gracia y fortaleza a Jesús, en quien
mora toda la plenitud, y quien es el único que puede suplir sus deseos. Conscientes
de sus propias imperfecciones, buscan ser más como Cristo, y vivir de acuerdo
con los principios de su santa ley. Este sentido continuo de ineficiencia los
llevará a tal dependencia de Dios, que su Espíritu se ejemplificará en ellos.
Los tesoros del cielo se abrirán para suplir las necesidades de cada alma
hambrienta y sedienta. Todos los que tienen tal carácter reciben la seguridad
de que algún día contemplarán la gloria de ese reino que hasta ahora la
imaginación puede sólo percibir débilmente... RJ 53.6
La
norma que el cristiano debe mantener ante sí mismo es la pureza y el amor del
carácter de Cristo. Día tras día podrá adquirir nuevas bellezas, y reflejar al
mundo más y aún más de la imagen divina.—The Bible Echo, 21 de febrero de 1898.
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