Dios aborrece el engaño, 16 de febrero
Clama a voz en cuello, no te
detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la
casa de Jacob su pecado. Isaías 58:1. CDCD 53.1
La hipocresía le resulta
especialmente ofensiva a Dios. La gran mayoría de los hombres y las mujeres que
profesan conocer la verdad, prefieren recibir mensajes delicados. No quieren
que se ponga delante de ellos sus pecados y defectos. Prefieren a los pastores
acomodadizos, que no convenzan al presentar la verdad. Prefieren también a los
hombres que los adulan, y a su vez ellos alaban al pastor por manifestar tan
“buen” espíritu, mientras atacan al fiel siervo de Dios... CDCD 53.2
Muchos ensalzan al ministro que
habla mucho de la gracia, el amor y la misericordia de Jesús, que no pone
énfasis en los deberes y las obligaciones, que no amonesta acerca de los
peligros de la hipocresía, o que no predica acerca de los terrores de la ira de
Dios. CDCD 53.3
La obra del Señor debe hacerse
con fervor y decisión, por encima del engaño y la hipocresía. Sus verdaderos
pastores no alabarán ni exaltarán al hombre. Comparecerán delante del pueblo
con un claro “Así dice el Señor, el Santo de Israel”. Darán el mensaje, ya sea
que los hombres lo quieran escuchar o lo rechacen. Si los hombres desprecian la
Palabra de Dios y confían en la opresión, la hipocresía y la mundanalidad, los
pastores deben declarar contra ellos las denuncias de Dios para que, si fuera
posible, sean inducidos a arrepentirse. Si son demasiado orgullosos para
arrepentirse y confesar sus errores, para volver a Dios, dando la bienvenida a
la salvación y buscando su favor, el Señor retirará su luz de ellos y dejará
que caminen por la senda que han escogido. CDCD 53.4
Los que empujen a los fieles
mensajeros del Señor a situaciones sin salida, los que los desanimen, los que
se interpongan entre ellos y el pueblo, de manera que su mensaje no ejerza la
influencia que Dios quería que tuviera, serán responsables de los engaños y las
herejías que se introduzcan en la iglesia como resultado de su conducta. Tienen
una terrible cuenta que rendir ante Dios. Después que el Señor ha amonestado
repetidamente a su pueblo, si aún rehúsan escuchar su voz y no quieren ser
instruidos, su culpa es particularmente abominable para el Señor. El detalle de
su rebelión se anota en un libro que está ante él, y tendrán que enfrentarse
con ese informe cuando el juicio comience y los libros se abran.—Manuscrito 10, del 16 de febrero de 1899,
“Palabras de advertencia”. CDCD 53.5
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