Bajo el yugo de Cristo, 16 de febrero
Venid a mí todos los que estáis
trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y
aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para
vuestras almas. Mateo 11:28, 29. ELC 55.1
Nuestro Salvador compró la raza
humana con la humillación más extrema... Nos indica el único camino que lleva a
la puerta estrecha, que da al sendero angosto más allá del cual hay amplios y
hermosos prados. Él ha señalado cada paso del sendero, y para que nadie se
equivoque, él nos dice qué tenemos que hacer. “Llevad mi yugo sobre vosotros, y
aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para
vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. Mateo 11:29, 30. Esta es la única manera en la
cual pueden ser salvados los pecadores. Sabiendo que nadie puede obedecer esta
orden con su propia fuerza, Cristo nos dice que no nos preocupemos ni
desmayemos, sino que recordemos lo que él puede hacer si acudimos a él,
confiando en su poder. Dice: Si tomáis el yugo juntamente conmigo, vuestro
Redentor, yo seré vuestra fuerza, vuestra suficiencia. ELC 55.2
Las bendiciones implicadas en
esta invitación de Cristo sólo podrán ser experimentadas y gozadas por aquellos
que toman el yugo de Cristo. Al aceptar esta invitación retiramos nuestra
simpatía, nuestro afecto, del mundo, y los ponemos donde podamos gozar de la
bendición del íntimo compañerismo y comunión con Dios. Al acudir a Cristo
uniremos nuestros intereses con los suyos... ELC 55.3
Él nos invita: Venid a mí.
Llevad mi yugo sobre vosotros. No os pido que hagáis nada que yo no haya hecho
antes. Todo lo que os pido es que sigáis mi ejemplo. Caminad por el sendero que
yo he trazado. Poned vuestros pies en mis pisadas.—The Review and Herald,
23 de octubre de 1900. ELC 55.4
Comentarios
Publicar un comentario