Obedecemos
la ley de amor del padre los mandamientos son fieles, 1 de febrero
Fieles son todos sus
mandamientos, afirmados eternamente y para siempre, hechos en verdad y en
rectitud. Salmos 111:7, 8. HHD 40.1
Adán y Eva, cuando fueron
creados, tenían un conocimiento de la ley de Dios. Estaba impresa en el corazón
de ellos, y comprendían sus requerimientos. La ley de Dios existía antes de que
el hombre fuera creado. Estaba adaptada a las condiciones de los seres santos;
hasta los ángeles estaban gobernados por ella. Después de la caída, los
principios de justicia no fueron cambiados. Nada fue quitado de la ley; no se
mejoró ninguno de sus santos preceptos. Y así como ha existido desde el
principio, continuará existiendo a través de las edades sin fin de la
eternidad. “Ya ha mucho que he entendido de tus mandamientos—dice el salmista—,
que para siempre los fundaste”.—The Signs of the Times, 14 de marzo de 1878. HHD 40.2
Nuestro deber de obedecer esta
ley es la médula de este último mensaje de misericordia dirigido al mundo. La
ley de Dios no es nada nuevo. No es santidad creada, sino santidad dada a
conocer. Es un código de principios que expresan misericordia, bondad y amor.
Presenta a la humanidad caída el carácter de Dios, y establece claramente todo
el deber del hombre.—The S.D.A. Bible Commentary 1:1104. HHD 40.3
Siendo la ley del amor el
fundamento del gobierno de Dios, la felicidad de todos los seres inteligentes
depende de su perfecto acuerdo con los grandes principios de justicia de esa
ley. Dios desea de todas sus criaturas el servicio que nace del amor, de la
comprensión y del aprecio de su carácter. No halla placer en una obediencia
forzada, y otorga a todos libre albedrío para que puedan servirle
voluntariamente.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 12, 13. HHD 40.4
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