La ley es
una revelación de la voluntad y del carácter de Dios, 1 de febrero
De manera que la ley a la
verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno. Romanos 7:12. RJ 38.1
Muchos maestros en religión
aseveran que Cristo abolió la ley por su muerte, y que desde entonces los
hombres se ven libres de sus exigencias. Algunos la representan como yugo
enojoso, y en contraposición con la esclavitud de la ley, presentan la libertad
de que se debe gozar bajo el Evangelio. RJ 38.2
Pero no es así como los
profetas y los apóstoles consideraron la santa ley de Dios. David dice: “Y
andaré en libertad, porque busqué tus mandamientos”. Salmos 119:45. El apóstol Santiago, que
escribió después de la muerte de Cristo, habla del Decálogo como de la “ley
real”, y de la “perfecta ley, la de la libertad” Santiago 2:8; 1:25. Y el vidente de Patmos, medio siglo
después de la crucifixión, pronuncia una bendición sobre los que “lavan sus
ropas [o “guardan sus mandamientos”], para tener derecho al árbol de la vida, y
para entrar por las puertas en la ciudad”. Apocalipsis 22:14. RJ 38.3
El aserto de que Cristo abolió
con su muerte la ley de su Padre no tiene fundamento. Si hubiera sido posible
cambiar la ley o abolirla, entonces Cristo no habría tenido por qué morir para
salvar al hombre de la penalidad del pecado. La muerte de Cristo, lejos de
abolir la ley, prueba que es inmutable. El Hijo de Dios vino para engrandecer
la ley, y hacerla honorable. Isaías 42:21. Y con respecto a sí mismo
declara: “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en
medio de mi corazón”. Salmos 40:8. RJ 38.4
La ley de Dios, por su
naturaleza misma, es inmutable. Es una revelación de la voluntad y del carácter
de su Autor. Dios es amor, y su ley es amor. Sus dos grandes principios son el
amor a Dios y al hombre. “Así que el cumplimiento de la ley es el amor”. Romanos 13:10. El carácter de Dios es justicia
y verdad; tal es la naturaleza de su ley. Dice el salmista: “Tu ley la verdad”;
“todos tus mandamientos son justicia”. Salmos 119:142, 172. Y el apóstol Pablo
declara: “La ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno”.
Semejante ley, expresión del pensamiento y de la voluntad de Dios, debe ser tan
duradera como su Autor. RJ 38.5
Es obra de la conversión y de
la santificación reconciliar a los hombres con Dios, poniéndolos de acuerdo con
los principios de su ley. Al principio el hombre fue creado a la imagen de
Dios. Estaba en perfecta armonía con la naturaleza y la ley de Dios; los
principios de justicia estaban grabados en su corazón. Pero el pecado lo separó
de su Hacedor. Ya no reflejaba más la imagen divina... Mas “de tal manera amó
Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito”, para que el hombre fuese
reconciliado con Dios. Por los méritos de Cristo puede restablecerse la armonía
entre el hombre y su Creador.—el Conflicto de los Siglos, 519, 520. RJ 38.6
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