Pureza de
corazón y vida, 21 de marzo
Bienaventurados los de limpio
corazón, porque ellos verán a Dios. Mateo 5:8. MSV76 86.1
En la ciudad de Dios no entrará
nada que mancille. Todos los que moren en ella habrán llegado aquí a ser puros
de corazón. En el que vaya aprendiendo de Jesús se manifestará creciente
repugnancia por los hábitos descuidados, el lenguaje vulgar y los pensamientos
impuros. Cuando Cristo viva en el corazón, habrá limpieza y cultura en el
pensamiento y en los modales. MSV76 86.2
Pero las palabras de Cristo...
tienen un significado mucho más profundo. No se refieren únicamente a los que
son puros según el concepto del mundo, es decir, están exentos de sensualidad y
concupiscencia, sino a los que son fieles en los pensamientos y motivos del
alma, libres del orgullo y del amor propio; humildes, generosos y como niños. MSV76 86.3
Solamente se puede apreciar
aquello con que se tiene afinidad. No podemos conocer a Dios a menos que
aceptemos en nuestra propia vida el principio del amor desinteresado... MSV76 86.4
Cuando Cristo venga en su
gloria, los pecadores no podrán mirarlo. La luz de su presencia, que es vida
para quienes lo aman, es muerte para los impíos... Cuando aparezca, rogarán que
se los esconda de la vista de Aquel que murió para redimirlos. MSV76 86.5
Sin embargo, para los corazones
que han sido purificados por el Espíritu Santo al morar éste en ellos, todo
queda cambiado. Ellos pueden conocer a Dios. Moisés estaba oculto en la
hendedura de la roca cuando se le reveló la gloria del Señor; del mismo modo,
tan sólo cuando estamos escondidos en Cristo vemos el amor de Dios... MSV76 86.6
Por la fe lo contemplamos aquí
y ahora. En las experiencias diarias percibimos su bondad y compasión al
manifestarse su providencia. Lo reconocemos en el carácter de su Hijo... Los de
puro corazón ven a Dios en un aspecto nuevo y atractivo, como su Redentor;
mientras disciernen la pureza y la hermosura de su carácter, anhelan reflejar
su imagen. Para ellos es un Padre que anhela abrazar a un hijo arrepentido; y
sus corazones rebosan de alegría indecible y de gloria plena.41El
Discurso Maestro de Jesucristo, 25-27. MSV76 86.7
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