Contraste
entre Juan y Judas, 21 de marzo
El que tiene al Hijo, tiene la
vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. 1 Juan 5:12. RJ 86.1
Durante los años que pasó en
íntima relación con Cristo, a menudo [Juan] fue amonestado y prevenido por el
Salvador, y aceptó sus reprensiones. A medida que se le manifestaba el carácter
del divino Maestro, Juan veía sus propias deficiencias, y esta revelación lo
hizo humilde. Día tras día, en contraste con su propio espíritu violento, era
testigo de la ternura y la longanimidad de Jesús, y escuchaba sus lecciones de
humildad y paciencia. Día tras día su corazón se allegaba a Cristo, hasta que
perdió de vista el yo por amor a su Maestro. El poder y la ternura, la majestad
y la mansedumbre, la fuerza y la paciencia que vio en la vida diaria del Hijo
de Dios, llenaron su alma de admiración. Sometió su carácter resentido y
ambicioso al poder modelador de Cristo, y el amor divino transformó su
personalidad. RJ 86.2
En notable contraste con la
santificación manifestada en la vida de Juan, tenemos la experiencia de su
condiscípulo Judas. Tal como su compañero, éste profesaba ser discípulo de
Cristo, pero sólo tenía una forma de piedad. No era insensible a la hermosura
del carácter de Cristo, y a menudo, mientras oía las palabras del Salvador, la
convicción se apoderaba de él; pero no quiso humillar su corazón ni confesar
sus pecados... RJ 86.3
Juan luchó denodadamente contra
sus defectos; pero Judas violó su conciencia y cedió a la tentación, con lo que
se ciñó más fuertemente todavía los lazos de sus malos hábitos. La puesta en
práctica de las verdades que Cristo enseñaba no concordaba con sus deseos y
propósitos, y no pudo renunciar a sus ideas a fin de recibir la sabiduría del
cielo. En vez de caminar en la luz, decidió andar en tinieblas. Albergó deseos
perversos, codicia, ansias de venganza, y pensamientos oscuros y hostiles,
hasta que Satanás logró el dominio de su vida. RJ 86.4
Juan y Judas representan a los
que profesan ser seguidores de Cristo. Ambos discípulos tuvieron las mismas
oportunidades de estudiar y seguir el Modelo divino... Cada uno de ellos tenía
graves defectos de carácter, y ambos tuvieron acceso a la gracia divina que
transforma el corazón. Pero mientras uno aprendía humildemente de Jesús, el
otro puso de manifiesto que no era hacedor de la Palabra, sino un mero oidor de
ella. El primero, al morir diariamente al yo y al vencer el pecado, fue santificado
por la verdad; el otro, al resistir el poder transformador de la gracia y al
dar rienda suelta a sus deseos egoístas, fue reducido a servidumbre por
Satanás... RJ 86.5
Pueden existir defectos
notables en el carácter de una persona, pero cuando llega a ser verdaderamente
discípulo de Cristo, el poder de la gracia divina lo transforma y santifica.—Los Hechos de los Apóstoles, 460, 461. RJ 86.6
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