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Por encima de la niebla de la duda


Por encima de la niebla de la duda, 21 de marzo

Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, y tome vuestro corazón aliento. Salmos 31:24. NEV 88.1
Aun los cristianos de larga experiencia, son asaltados a menudo con las más terribles dudas y desánimos. ... No debéis considerar que, a causa de vuestras tentaciones, vuestro caso es desesperado. ... Confiad en Dios, esperad en él y descansad en sus promesas.—Carta 52, 1888. NEV 88.2
Cuando el diablo viene con sus dudas e incredulidades, cerrad la puerta de vuestro corazón. Cerrad vuestros ojos para no espaciaros en sus sombras infernales. Alzad vuestra vista a donde podáis contemplar las cosas que son eternas, y encontraréis fuerzas para cada hora. La prueba de vuestra fe es mucho más preciosa que el oro. ... Os hace valientes para pelear la batalla del Señor. ... NEV 88.3
Satanás se relaciona con todo aquel que desea relacionarse con él. Si puede posesionarse de aquellos que han tenido cierta experiencia en religión, los convierte en sus agentes más efectivos para llegar hasta otros hombres, y rodear sus almas con la incredulidad. No podéis permitiros abrigar dudas en vuestra mente. No halaguéis al diablo hablando de las terribles cargas que estáis llevando. Cada vez que lo hacéis así, Satanás se ríe porque su alma puede controlaros y porque habéis perdido de vista a Jesucristo, vuestro Redentor. ... NEV 88.4
Debemos manifestar a Aquel que nos ha llamado de las tinieblas a su luz admirable. Es mediante la fe viva como podemos descansar en esa luz. Es mediante la fe viva como cada día podemos regocijarnos en esa luz. No debemos hablar de nuestras dudas y pruebas, porque se hacen más grandes cada vez que hablamos de ellas. Cada vez que hablamos de ellas, Satanás gana la victoria; pero cuando decimos: “Encomendaré el cuidado de mi alma a él, como a un testigo fiel”, testificamos entonces de que nos hemos entregado a Cristo sin ninguna reserva, y entonces Dios nos concede luz, y nos regocijamos en él.—Manuscrito 17, 1894, pp. 11, 13. NEV 88.5
El alma que ama a Dios, se eleva por encima de la niebla de la duda; gana una experiencia brillante, amplia, profunda y viva, y se hace humilde y semejante a Cristo. Su alma es confiada a Dios, escondida con Cristo en Dios.—The Review and Herald, 3 de diciembre de 1889. 

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