Los grandes
principios de la ley, 21 de marzo
Si me amáis, guardad mis
mandamientos. Juan 14:15. FV 88.1
“La ley no se proclamó ... para
beneficio exclusivo de los hebreos. Dios los honró haciéndolos guardianes y
custodios de su ley pero habían de tenerla como un santo legado para todo el
mundo. Los preceptos del Decálogo se adaptan a toda la humanidad, y se dieron
para la instrucción y el gobierno de todos. Son diez preceptos, breves,
abarcantes, y autorizados, que incluyen los deberes del hombre hacia Dios y
hacia sus semejantes; y todos se basan en el principio fundamental del amor.
‘Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus
fuerzas, y de todo tu entendimiento; y a tu prójimo como a ti mismo.’”—Historia de los Patriarcas y Profetas, 312. FV 88.2
“En los preceptos de su santa
ley, Dios ha dado una perfecta norma de vida; y ha declarado que hasta el fin
del tiempo esa ley, sin sufrir cambio en una sola jota o tilde, mantendrá sus
demandas sobre los seres humanos. Cristo vino para magnificar la ley y hacerla honorable....
En su propia vida, Cristo dio un ejemplo de obediencia a la ley de Dios. En el
sermón del monte mostró cómo sus requerimientos se extienden más allá de sus
acciones externas, abarcando los pensamientos e intentos del corazón.”—Los Hechos de los Apóstoles, 362. FV 88.3
“La ley de Dios no es una
santidad creada, sino una santidad revelada. Es un código de principios que
expresan misericordia, bondad y amor. Presenta a la humanidad caída el carácter
de Dios. Y establece claramente los deberes del hombre.”—The S.D.A. Bible Commentary 1:1104, 1105. FV 88.4
“Los diez mandamientos ... son
diez promesas que significan una garantía para nosotros si rendimos obediencia
a la ley que rige el universo. ‘Si me amáis, guardad mis mandamientos.’”—The S.D.A. Bible Commentary 1:1105. FV 88.5
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