Valiosas
lecciones de la experiencia de Jacob, 23 de marzo
“Y dijo: Déjame, porque raya el
alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices”. Génesis 32:26. CT 91.1
Hablarles a las almas tentadas
de su culpabilidad de ninguna manera las inspira a ser mejores... Levantad ante
ellas las posibilidades que tienen por delante. Mostradles las alturas que
pueden alcanzar. Ayudadlas a confiar en la misericordia del Señor y en su poder
perdonador. Jesús espera hoy que se aferren de su mano para darles el poder de
vivir una vida noble y virtuosa. CT 91.2
Con frecuencia el Señor conduce
a las personas a una crisis para mostrarles sus flaquezas e indicarles cuál es
la Fuente de la fortaleza. Si oran y velan en oración, si luchan con denuedo,
sus puntos débiles llegarán a ser sus puntos fuertes. La experiencia de Jacob
tiene muchas lecciones valiosas para nosotros. Dios le enseñó a Jacob que con
sus propias fuerzas jamás alcanzaría la victoria, que debía luchar con Dios
para alcanzar la fuerza que viene de arriba. CT 91.3
Toda esa noche Jacob luchó con
el Ángel. Finalmente, el vigoroso luchador quedó debilitado por un toque en su
muslo. Ahora estaba incapacitado y padeciendo un agudo dolor, pero no se soltó
de Cristo. En actitud penitente y contrita, se aferró del Ángel... y solicitó
su bendición. Quería tener la certeza de que su pecado había sido perdonado. Su
determinación se fortaleció y su fe fue más ferviente y perseverante, hasta el
mismo fin. El Ángel trató de soltarse, y le dijo: “Déjame, porque raya el
alba”, pero Jacob replicó: “No te dejaré, si no me bendices”. CT 91.4
Si esta hubiera sido una
manifestación de confianza presuntuosa o jactanciosa, Jacob habría sido
destruido de inmediato; pero la suya era la certeza de uno que confiesa su
indignidad y que sin embargo, confía en la fidelidad de un Dios que mantiene su
pacto... Mediante la humillación, el arrepentimiento y la entrega
incondicional, este pecador y errante mortal prevaleció ante la Majestad del
cielo. Él se había asido temblorosamente de las promesas de Dios y el corazón
de amor infinito no pudo apartarse de la súplica del pecador. CT 91.5
Como evidencia de que Jacob
había sido perdonado, su nombre se cambió de uno en que se recordaba su pecado,
a otro que conmemoraba su victoria. “No se dirá más tu nombre Jacob, sino
Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido”. CT 91.6
¿Recibiremos fuerzas de Dios y
lograremos victoria tras victoria o intentaremos operar por nuestras propias
fuerzas, para ser derrotados en nuestros vanos esfuerzos? Por nuestra entrega
incondicional a Dios, procuremos obtener el poder que cada uno necesita para
triunfar en nuestra lucha contra el mal.—Manuscrito 2, 1903. CT 91.7
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