Una decisión inspirada, 8 de marzo
Rama fructífera es José, rama fructífera junto a una fuente cuyos
vástagos se extienden sobre el muro. Génesis 49:22. CV 73.1
José consideraba el haber sido vendido y llevado a Egipto como la
peor calamidad que podría haberle sucedido; sin embargo, sintió la necesidad de
confiar en Dios como nunca la había sentido antes, cuando estaba protegido por
el amor de su padre.—The S.D.A. Bible Commentary 1:1096. CV 73.2
Cuando la caravana marchaba hacia el sur, hacia las fronteras de
Canaán, el joven pudo divisar a lo lejos las colinas entre las cuales se
hallaban las tiendas de su padre. Lloró amargamente al pensar en la soledad y
el dolor de aquel padre amoroso. Nuevamente recordó la escena de Dotán. Vio a
sus airados hermanos y sintió sus miradas furiosas dirigidas hacia él. Las
punzantes e injuriosas palabras con que habían contestado a sus súplicas
angustiosas resonaban aún en sus oídos. Con el corazón palpitante pensaba en
qué le reservaría el porvenir. ¡Qué cambio de condición! ¡De hijo tiernamente
querido había pasado a ser esclavo menospreciado y desamparado! ... CV 73.3
Pero, en la providencia de Dios, aun esto debía ser una bendición
para él. Aprendió en pocas horas, lo que de otra manera le hubiera requerido
muchos años. Por fuerte y tierno que hubiera sido el cariño de su padre, le
había hecho daño por su parcialidad y complacencia. Aquella preferencia poco
juiciosa había enfurecido a sus hermanos, y los había inducido a llevar a cabo
el cruel acto que lo alejaba ahora de su hogar. Sus efectos se manifestaban
también en su propio carácter. En él se habían fomentado defectos que ahora
debía corregir... CV 73.4
Entonces sus pensamientos se dirigieron al Dios de su padre. En su
niñez se le había enseñado a amarle y temerle. A menudo, en la tienda de su
padre, había escuchado la historia de la visión que Jacob había presenciado
cuando huyó de su casa desterrado y fugitivo... Su alma se conmovió y tomó la
alta resolución de mostrarse fiel a Dios y de obrar en cualquier circunstancia
como convenía a un súbdito del Rey de los cielos. Serviría al Señor con corazón
íntegro; afrontaría con toda fortaleza las pruebas que le deparara su suerte, y
cumpliría todo deber con fidelidad. La experiencia de ese día fue el punto
decisivo en la vida de José. Su terrible calamidad le transformó de un niño
mimado que era en un hombre reflexivo, valiente y sereno. Historia de los Patriarcas y Profetas, 214, 215.*
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