El poder salvador de Jesús, 8 de marzo
Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona
en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis
debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 2 Corintios 12:9. DNC 76.1
Nuestro precioso Salvador nos ha invitado a unirnos a él, y unir
nuestra debilidad con su fortaleza, nuestra ignorancia con su sabiduría,
nuestra indignidad con su virtud. DNC 76.2
La precisión rígida en la obediencia a la ley no dará el derecho a
ningún hombre a entrar en el reino de los cielos. DNC 76.3
Es necesario un nuevo nacimiento, una mente nueva por la operación
del Espíritu de Dios que purifique la vida y ennoblezca el carácter. Esta
relación con Dios prepara al hombre para el glorioso reino de los cielos. DNC 76.4
Debe haber un poder que obre en el interior, una vida nueva de lo
alto, antes de que el hombre pueda convertirse del pecado a la santidad. Ese
poder es Cristo. Solamente su gracia puede vivificar las facultades muertas del
alma, y atraerlas a Dios, a la santidad... La idea de que solamente es
necesario desarrollar lo bueno que existe en el hombre por naturaleza, es un
engaño fatal. “El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de
Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de
discernir espiritualmente”. 1 Corintios 2:14. De Cristo está escrito: “En
él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”, el único “nombre bajo
el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. Juan 1:4; Hechos 4:12. DNC 76.5
El apóstol Pablo... ansiaba la pureza, la justicia que no podía
alcanzar por sí mismo, y dijo: “¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este
cuerpo de muerte?” Romanos 7:24. La misma exclamación ha subido
en todas partes y en todo tiempo, de corazones sobrecargados. No hay más que
una contestación para todos: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado
del mundo”. Juan 1:29.*
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