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Nunca sacrifiques la integridad, ni pierdas la primogenitura


Nunca sacrifiques la integridad, ni pierdas la primogenitura, 19 de marzo

“Dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado... Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura... Y vendió a Jacob su primogenitura... Así menospreció Esaú la primogenitura”. Génesis 25:30, 31, 33, 34. CT 87.1
Es mucho lo que se cede en aras de deseos y deleites del presente. No hay evidencias del alma ferviente que está hambrienta de fortaleza espiritual y de sabiduría celestial. Se cede a las tentaciones, se gratifica el apetito y se manifiesta separación de Dios... CT 87.2
Recuerde el caso de Esaú. Él pasó la crisis de su vida sin saberlo. Lo que consideró como un asunto apenas digno de un pensamiento, fue el acto que reveló los rasgos predominantes de su carácter. Mostró su elección, su verdadera estima de lo que era sagrado y que debiera haber sido apreciado como sagrado. Vendió su primogenitura por la pequeña complacencia de satisfacer su deseo del momento, y eso determinó el curso posterior de su vida. Para Esaú, un bocado de comida valía más que el servicio de su Maestro.—Carta 5, 1877. CT 87.3
Oh, si el pueblo de Dios reflexionara en que por una acción equivocada se produce una mancha en la historia y la experiencia que nada, salvo la sangre de Cristo, puede erradicar. Cada acto de la vida debiera ser analizado cuidadosamente porque por él enviamos al mundo, como una fuente abierta, torrentes de bendición o de maldición. Que quienes conocen sus Biblias vivan la vida de Cristo. Todos debieran considerar que están haciendo una obra que perdurará para siempre... CT 87.4
Nadie en este mundo puede hacer un acto egoísta sin correr el riesgo de vender su primogenitura por un plato de lentejas. Recuerden que Esaú estaba controlado por sus deseos, fue un hombre dominado por sus apetitos e inclinaciones y vendió su alma para gratificar sus apetitos. ¿Alguno que conoce la verdad presente está viviendo así? ... CT 87.5
“No sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura”. ¡Cuántos, cuyos nombres están registrados en los libros de la iglesia, estarán dispuestos a sacrificar su integridad y padecer las consecuencias por causa de una ventaja egoísta! Con el propósito de gratificar sus deseos carnales, andarán indefensos en medio de las trampas de Satanás. Por causa de las influencias egoístas venderán su paz interior y con ella sus almas. CT 87.6
Después de gratificar sus apetitos, Esaú se lamentó por lo que hizo. “Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas”. ¡Quiera el Señor que cada uno que ha invocado el nombre de Cristo se aparte de toda forma de iniquidad!—Carta 47, 1894. CT 87.7

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