La oración: incienso fragante, 19 de marzo
Otro ángel vino entonces y se
paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para
añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba
delante del trono. Apocalipsis 8:3. MGD 86.1
La oración se aferra de la
Omnipotencia y nos da la victoria. El cristiano obtiene de rodillas la
fortaleza para resistir la tentación... La oración del alma, silenciosa y
ferviente, se eleva como santo incienso hacia el trono de la gracia, y será tan
aceptable a Dios como si hubiera sido ofrecida en el santuario. Para todos los
que lo buscan de este modo, Cristo llega a ser una ayuda efectiva en tiempo de
necesidad. Serán fuertes en el día de la prueba.—Testimonies for the Church 4:616. MGD 86.2
Ser alabado como lo fue
Cornelio es un extraordinario favor para cualquiera en esta vida. ¿Y en qué se
basaba esta recomendación? “Tus oraciones y tus limosnas han subido para
memoria delante de Dios”. Hechos 10:4. MGD 86.3
Ni las oraciones ni las
limosnas tienen virtud alguna para recomendar al pecador ante Dios; la gracia
de Cristo, por medio de su sacrificio expiatorio, es lo único que puede renovar
el corazón y lograr que nuestro servicio sea aceptable a Dios. Esta gracia
había obrado en el corazón de Cornelio. El Espíritu de Cristo había hablado a
su alma; Jesús lo había atraído y él se había sometido a esta atracción. Sus oraciones
y sus limosnas no eran el resultado de la imposición ni de la extorsión; no
eran el precio que estaba tratando de pagar para asegurarse el cielo; eran el
fruto del amor y de la gratitud a Dios. MGD 86.4
Tal oración, procedente de un
corazón sincero, asciende como incienso delante del Señor; y las ofrendas para
su causa y los dones para los necesitados y sufrientes, son un sacrificio que
le agrada... MGD 86.5
La oración y las limosnas están
íntimamente vinculadas: son la expresión del amor a Dios y al prójimo.
Constituyen la operación de los dos grandes principios de la ley divina:
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu
mente y con todas tus fuerzas”, y “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Marcos 12:30, 31.—The S.D.A. Bible
Commentary 6:1059. MGD 86.6
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