De más valor, 19 de marzo
Teniendo por mayores riquezas
el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la
mirada en el galardón. Hebreos 11:26. CV 84.1
Moisés había estudiado. Estaba
compenetrado de toda la ciencia de los egipcios, pero éste no era el único
requisito que necesitaba para prepararse para su obra. Por la providencia de
Dios, debía aprender a tener paciencia, a dominar sus pasiones. En la escuela
de la abnegación y de las privaciones iba a recibir una educación que le
resultaría de sumo provecho. Estas pruebas lo prepararían para dispensar un
cuidado paternal a todos los que necesitasen su ayuda. Ningún conocimiento,
estudio o erudición podía reemplazar esa experiencia de las pruebas para
alguien que debía velar por las almas como quien tiene que rendir cuenta. Al
realizar el trabajo de un humilde pastor, al olvidarse de sí mismo e
interesarse por el rebaño puesto a su cuidado, iba a prepararse para la obra
más exaltada dada alguna vez a los mortales, la de ser pastor de las ovejas del
prado de Jehová. CV 84.2
Los que temen a Dios en el
mundo deben estar en comunión con él. Cristo es el educador más perfecto que
alguna vez conoció el mundo. Para Moisés fue más valioso recibir su sabiduría y
conocimiento que todas las enseñanzas de los egipcios... CV 84.3
La fe de Moisés lo condujo a
contemplar las cosas invisibles, eternas. Dejó las espléndidas atracciones de
la vida de la corte porque allí estaba el pecado. Abandonó lo aparentemente
bueno que estaba a su alcance y que lo conducía solamente a la ruina y a la
destrucción. Para él tenían valor las atracciones reales, eternas. Los
sacrificios hechos por Moisés no eran realmente sacrificios. Perdía un bien
aparente, presente, halagüeño, para obtener el bien seguro, de lo alto,
inmortal. CV 84.4
Moisés soportó el vituperio de
Cristo, considerándolo de más valor que todas las riquezas de Egipto. Creyó lo
que Dios le había dicho y no pudo ser desviado de su integridad por ninguno de
los vituperios del mundo. Caminó por la tierra como libre hombre de Dios...
Miró a las cosas invisibles y no vaciló. Sentía la atracción de la recompensa,
y así puede suceder con nosotros. Era amigo de Dios. Testimonies for the Church 4:343, 345.* CV 84.5
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