El secreto del progreso, 19 de marzo
Esperad en él en todo tiempo,
oh pueblos; derramad delante de él vuestro corazón; Dios es nuestro refugio. Salmos 62:8. MSV76 84.1
Tenemos que dedicar mucho
tiempo a la oración si queremos hacer progresos en la vida divina. Cuando se
proclamó por primera vez el mensaje de la verdad, ¡cuánto orábamos! Cuán a
menudo se escuchaba la voz de intercesión en la habitación, en el establo, en la
quinta o en la huerta. Con frecuencia pasábamos horas en ferviente oración, en
grupos de dos o tres, reclamando la promesa; a menudo se escuchaba el llanto
seguido de la acción de gracias y del himno de alabanza. Ahora el día de Dios
está más cerca que cuando creímos, y debiéramos ser más diligentes, más celosos
y más fervientes que en esos primeros días. Nuetros peligros son mayores ahora
que en aquel entonces.37Testimonies
for the Church 5:161, 162. MSV76 84.2
Jesús recibió sabiduría y
poder, durante su vida terrenal, en las horas de oración solitaria. Sigan los
jóvenes su ejemplo y busquen a la hora del amanecer y del crepúsculo un momento
de quietud para tener comunión con su Padre celestial. Y durante el día eleven
su corazón a Dios. A cada paso dado en nuestro camino, nos dice: “Porque yo
Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha... No temas, yo te
ayudo”. Isaías 41:13. Si nuestros hijos pudiesen
aprender estas lecciones en el alba de su vida, ¡qué frescura y poder, qué gozo
y dulzura habría en su existencia!38La Educación, 252, 253. MSV76 84.3
Quebrántese vuestro corazón por
el anhelo que tenga de Dios, del Dios vivo. La vida de Cristo ha mostrado lo
que la humanidad puede hacer participando de la naturaleza divina. Todo lo que
Cristo recibió de Dios, podemos recibirlo también nosotros. Pedid, pues, y
recibiréis. Con la fe perseverante de Jacob, con la persistencia inflexible de
Elías, pedid para vosotros todo lo que Dios ha prometido. MSV76 84.4
Dominen vuestra mente las
gloriosas concepciones de Dios. Enlácese vuestra vida con la de Cristo mediante
recónditos eslabones. Aquel que ordenó que la luz brillara en las tinieblas,
desea brillar en vuestro corazón, para daros la luz del conocimiento de la
gloria de Dios en el rostro de Jesucristo. El Espíritu Santo tomará las cosas
de Dios y os las mostrará... Cristo os conducirá al umbral del Infinito.39Palabras
de Vida del Gran Maestro, 115. MSV76 84.5
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