Joyas
preciosas de Cristo, 19 de marzo
Y
serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en
que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le
sirve. Malaquías 3:17. AFC
84.4
El
reino de los cielos es representado por un mercader que “busca buenas perlas,
que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la
compró”. Mateo 13:45, 46. AFC 84.5
Esta
parábola tiene un significado doble y se aplica no solo al hombre que busca el
reino de los cielos, sino a Cristo que busca su herencia perdida. Por la
transgresión, el hombre perdió su santa inocencia, y se hipotecó a
Satanás. Cristo, el unigénito de Dios, se empeñó por la redención del hombre, y
pagó el precio de su rescate en la cruz del Calvario. Dejó los mundos no
caídos, la compañía de los santos ángeles del universo celestial; pues no podía
estar satisfecho mientras la humanidad estuviera alejada de él. El mercader
celestial pone a un lado su manto y corona reales. Aunque es el Príncipe y
Comandante de todos los cielos, toma sobre sí la vestidura de la humanidad, y
viene a un mundo que está malogrado y marchitado con la maldición, para buscar
la perla perdida, para buscar al hombre caído por la desobediencia... Estamos
unidos mediante un pacto con Dios: recibimos el perdón y hallamos paz. Jesús
encuentra la perla de la humanidad perdida, y la engarza de nuevo en su propia
diadema... AFC 84.6
El
dijo: “Yo soy la luz del mundo”. Juan 8:12. Está dispuesto a inspirar con
esperanza al más pecaminoso y degradado. Dice: “Al que a mí viene, no le echo
fuera”. Juan 6:37. Cuando un alma encuentra al
Salvador, el Salvador se regocija como un mercader que ha hallado su perla
preciosa. Por su gracia obrará en el alma hasta que sea como una joya pulida
para el reino celestial.—The
Youth’s Instructor, 10 de octubre de 1895. AFC
85.1
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