Las
cosas mejores de la vida, 20 de marzo
Yo
he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Juan 10:10. AFC
85.2
Cada
momento de nuestra vida es intensamente real. La vida no es un juego; está
llena de solemne importancia, cargada de responsabilidades eternas. Cuando
consideremos la vida desde este punto de vista, nos daremos cuenta de nuestra
necesidad de ayuda divina. Sentiremos vigorosamente la convicción de que una
vida sin Cristo será una vida de completo fracaso; pero si Jesús habita en
nosotros, viviremos para un propósito. Entonces comprenderemos que sin el poder
de la gracia y el Espíritu de Dios, no podemos alcanzar la elevada norma que él
ha colocado delante de nosotros. Hay una divina excelencia de carácter que
hemos de alcanzar; y al esforzarnos por llegar a la norma del cielo, los
incentivos divinos nos impelerán hacia adelante, la mente se equilibrará y la
intranquilidad del alma se desvanecerá en el reposo en Cristo. AFC
85.3
Con
cuánta frecuencia nos relacionamos con gente que nunca es feliz. No puede
disfrutar del gozo y paz que da Jesús. Hay quienes profesan ser cristianos,
pero no cumplen con las condiciones necesarias para que se efectúe la promesa
de Dios. Jesús ha dicho: “Venid a mí... Llevad mi yugo sobre vosotros, y
aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para
vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. Mateo 11:28-30. La razón por la cual muchos
están intranquilos es porque no están aprendiendo en la escuela del Maestro. El
sumiso y abnegado hijo de Dios comprende por experiencia propia lo que es tener
la paz de Cristo.—The Review and Herald, 22 de septiembre de 1891. AFC
86.1
Las
mejores cosas de la vida, sencillez, honradez, fidelidad, pureza, integridad incontaminada,
no se pueden ni comprar ni vender. Se dan gratuitamente para el analfabeto o el
culto, para el blanco o el negro, para el pobre y para el rey en su trono.—Carta 109, 1901. AFC 86.2
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