Amor fraternal, 20 de marzo
Amaos los unos a los otros con
amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. Romanos 12:10. RP 90.1
Cuando el Espíritu Santo inunde
las mentes humanas, desaparecerán todas las quejas y las acusaciones mezquinas
que ocurren entre los hombres y sus semejantes. Los luminosos rayos del Sol de
Justicia brillarán en las cámaras de la mente y el corazón. En nuestro culto a
Dios no debe existir distinción entre ricos y pobres, ni entre blancos y
negros. Debe eliminarse todo prejuicio. Cuando nos acercamos a Dios, debemos
hacerlo como una sola hermandad. Somos peregrinos y extranjeros, y vamos en
viaje hacia una tierra mejor, a saber, la patria celestial. Allí terminarán para
siempre todo orgullo, toda acusación y toda vana ilusión. Se quitará toda
máscara y “lo veremos tal como él es”. 1 Juan 3:2. Allí nuestros cantos repetirán el
tema inspirador, y tributarán alabanza y agradecimiento a Dios. RP 90.2
El Señor Jesús vino a esta
tierra a salvar a los hombres y las mujeres de todas las nacionalidades. Murió
tanto por la raza de color como por la raza blanca. Jesús vino para iluminar a
todo el mundo. Al comienzo de su ministerio declaró cuál era su misión: “El
Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas
nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a
pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a
los oprimidos, a predicar el año agradable del Señor”. Lucas 4:18, 19. RP 90.3
Los ojos de Dios están sobre
todas sus criaturas, él las ama a todas, y no establece diferencia alguna entre
el blanco y el negro; la única diferencia consiste en tratar con especial y
tierna compasión a los que tienen que soportar cargas más pesadas que otros.
Los que aman a Dios y creen en Cristo como su Redentor, aunque tengan que hacer
frente a las pruebas y a las dificultades que encuentran a su paso, deben
aceptar con un espíritu gozoso su vida tal como es, y considerar que Dios ve
todas estas cosas desde lo alto, y que por todo lo que el mundo deja de
proporcionarles, Dios mismo los resarcirá con sus favores escogidos.—Mensajes Selectos 2:551. RP 90.4
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