La universidad de Dios, 18 de marzo
Porque la sabiduría de este
mundo es insensatez para con Dios; pues escrito está: El prende a los sabios en
la astucia de ellos. 1 Corintios 3:19. CV 83.1
En sus esfuerzos por prepararse
para ser colaboradores de Dios, frecuentemente los hombres se colocan en
situaciones que los inhabilitan para ser moldeados y plasmados como el Señor
quisiera. De esta forma, como sucedió con Moisés, no se les encuentra la semejanza
divina. Al someterse a la disciplina de Dios, Moisés se convirtió en un vaso
santificado a través del cual pudo trabajar el Señor. No vaciló en cambiar su caminopor el camino del Señor, aunque
llevara por senderos extraños, aún no trillados... CV 83.2
No fueron las enseñanzas de las
escuelas de Egipto las que capacitaron a Moisés para triunfar sobre sus
enemigos, sino una fe permanente, una fe firme, una fe que no fallaba frente a
las más angustiosas circunstancias... Moisés actuaba como viendo al invisible. CV 83.3
Dios no busca hombres de
educación perfecta... El Señor quiere hombres que aprecien el privilegio de ser
obreros suyos, que lo honren con una obediencia absoluta a sus requerimientos
sin tener en cuenta teorías previamente inculcadas... CV 83.4
Muchos que buscan eficiencia
para la elevada obra de Dios perfeccionando su educación en las escuelas de los
hombres, encontrarán que han fallado en aprender las lecciones más importantes
que el Señor quiere enseñarles. Al descuidar someterse a los llamados del
Espíritu Santo, al no vivir en obediencia a todos los requerimientos de Dios,
su eficiencia espiritual se ha debilitado... Al ausentarse de la escuela de
Cristo, han olvidado el sonido de la voz del Maestro, y él no puede dirigir su
rumbo. Los hombres pueden adquirir todo el conocimiento que un maestro humano
imparta; pero Dios requiere de ellos una sabiduría aún mayor. Como Moisés,
deben aprender mansedumbre, humildad de corazón, y desconfianza de sí mismos.
Nuestro propio Salvador, soportando la prueba por la humanidad, reconoció que
por sí solo no podía hacer nada. Debemos también aprender que no hay fuerza en
la humanidad sola. El hombre llega a ser eficiente solamente cuando es hecho
participante de la naturaleza divina. Fundamentals of
Christian Education, 345-347.* CV 83.5
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