La
perla preciosa, 18 de marzo
También
el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que
habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la
compró. Mateo 13:45, 46. AFC
83.4
Esta
buena perla representa el inapreciable tesoro de Cristo, así como también el
tesoro oculto en el campo. En Cristo tenemos todo lo que necesitamos para
nosotros en esta vida, y lo que constituirá el gozo del mundo venidero. Todo el
dinero del mundo no comprará el don de la paz, el descanso y el amor. Recibimos
estos dones por la fe en Cristo. No podemos comprarlos de Dios; no tenemos
nada con qué comprarlos. Somos la propiedad de Dios; pues la mente, el cuerpo y
el alma han sido comprados por el rescate de la vida del Hijo de Dios... AFC
83.5
Entonces,
¿con qué se ha de comprar el tesoro eterno? Sencillamente, devolviéndole a
Jesús lo que le pertenece, recibiéndolo en el corazón por fe. Significa
cooperación con Dios; llevar el yugo con Cristo; sostener sus cargas... El
Señor Jesús puso a un lado su corona real... revistió su divinidad con
humanidad a fin de que por medio de la humanidad pudiera elevar a la raza
humana. De tal modo apreció las posibilidades de la raza humana, que se
convirtió en el sustituto y seguridad del hombre. Coloca sus propios méritos
sobre el hombre, y así lo eleva en la escala de valor moral con Dios. AFC
84.1
Cristo
es el sacrificio expiatorio. Dejó la gloria del cielo, abandonó sus riquezas,
puso a un lado su honra, no con el propósito de crear amor e interés para el
hombre en el corazón de Dios, sino para ser un exponente del amor que existía
en el corazón del Padre... AFC 84.2
Por
la gracia de Cristo podemos ser fortalecidos y madurados para que, aunque somos
imperfectos, podamos llegar a ser completos en él. Nos hipotecamos a Satanás,
pero Cristo vino a rescatarnos y redimirnos... Somos salvados únicamente por
gracia, el don gratuito de Dios en Cristo.—The
Youth’s Instructor, 5 de septiembre de 1895. AFC
84.3
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