El silencioso clamor del corazón, 18 de marzo
En lo secreto de tu presencia
los esconderás de la conspiración del hombre: los pondrás en un tabernáculo a
cubierto de contención de lenguas. Salmos 31:20. ELC 86.1
Cuando los hombres y mujeres
están ocupados en las actividades de la vida, exigidos por muchos cuidados, no
pueden vivir sobre sus rodillas. Pero aun en el mercado hay un observador
siempre presente en cada transacción, y los libros del cielo registran cada
centavo de ganancia ilícita como fraude. Mientras que los hombres no pueden
vivir sobre sus rodillas en el mercado, sin embargo el ferviente deseo
silencioso del corazón presentado al cielo halla entrada al Padre a través de
los observadores. El camino al trono de Dios está abierto, y todos los que
tienen el temor de Dios ante sí y desean andar en su consejo, buscarán su
fuerza para hacer su voluntad tanto entre las multitudes como en la capilla... ELC 86.2
Cada hombre que ama y teme a
Dios tiene una oportunidad, con cada tentación que se le presente en las
transacciones comerciales de la vida, de saber cómo retirarse al lugar secreto
del pabellón del Altísimo, para quedar allí a salvo. Honrará a Dios porque
siente la fuerza y la plenitud del poder de Aquel que respalda sus promesas. Se
comunica con Dios donde ningún ojo lo ve y ningún oído lo oye, excepto los de
Dios... ELC 86.3
No debemos tener una religión
que sea sólo para las circunstancias favorables. Una religión que dependa de
las circunstancias vendrá a menos cuando más se la necesite, en la situación
más difícil. La religión de la Biblia requiere que se mantenga encendida la
antorcha evangélica en los ambientes menos propicios—en el mercado, en el
taller—tanto como en el lugar especial de la oración. Los más puros principios
cristianos pueden ser preservados en todo lugar. Amando a Cristo y creyendo en
él como nuestro Salvador personal, podremos reclamar su gracia y su cuidado
protector dondequiera nos encontremos.—Manuscrito 194, 1898. ELC 86.4
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