En armonía con el cielo, 18 de marzo
Mucha paz tienen los que aman
tu ley; y no hay para ellos tropiezo. Salmos 119:165. FV 85.1
“Adán enseñó a sus
descendientes la ley de Dios, y así fue transmitida de padres a hijos durante
las siguientes generaciones. No obstante las medidas bondadosamente tomadas
para la redención del hombre, pocos la aceptaron y prestaron obediencia. Debido
a la transgresión, el mundo se envileció tanto que fue menester limpiarlo de su
corrupción mediante el diluvio. La ley fue preservada por Noé y su familia, y
Noé enseñó los diez mandamientos a sus descendientes. Cuando los hombres se
apartaron nuevamente de Dios, el Señor eligió a Abrahán, de quien declaró: ‘Oyó
Abrahán, mi voz, y guardó mis preceptos, mis mandamientos, mis estatutos y mis
leyes.’”—Historia de los Patriarcas y Profetas, 378. FV 85.2
“Respecto a la ley pronunciada
en el Sinaí, dice Nehemías: ‘Sobre el monte de Sinaí descendiste, y hablaste
con ellos desde el cielo, y dísteles juicios rectos, leyes verdaderas, y estatutos
y mandamientos buenos.’ Nehemías 9:13. Y Pablo, el apóstol de los
gentiles, declara: ‘La ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, y
justo, y bueno.’”—Historia de los Patriarcas y Profetas, 381. FV 85.3
“El mundo entero será juzgado
por la ley moral, de acuerdo con la oportunidad que cada uno haya tenido de
conocerla, ya sea por la razón, la tradición o la palabra escrita.”—The Signs of the Times, 9 de junio de 1881. FV 85.4
“La ley es una expresión del
pensamiento de Dios. Cuando la recibimos en Cristo, se convierte en nuestro
pensamiento. Nos eleva por encima del poder de los deseos y tendencias
naturales, por encima de las tentaciones que conducen al pecado. ‘Mucha paz
tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo.’”—The S.D.A. Bible
Commentary 6:1110. FV 85.5
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