El carácter
establece la diferencia en la vida, 1 de marzo
“Conoce Jehová los días de los
perfectos, y la heredad de ellos será para siempre... Porque los benditos de él
heredarán la tierra; y los malditos de él serán destruidos... En todo tiempo
tiene misericordia, y presta; y su descendencia es para bendición”. Salmos 37:18, 22, 26. CT 69.1
La reverencia manifestada por
Sem y Jafet hacia su padre y hacia los divinos estatutos, prometía un futuro
más brillante a sus descendientes. Acerca de estos hijos fue declarado:
“Bendito Jehová el Dios de Sem, y séale Canaán siervo. Engrandezca Dios a Japhet,
y habite en las tiendas de Sem, y séale Canaán siervo”. El linaje de Sem iba a
ser el del pueblo escogido, del pacto de Dios, del Redentor prometido. Jehová
fue el Dios de Sem. De él iban a descender Abrahán y el pueblo de Israel, por
medio del cual habría de venir Cristo. “Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es
Jehová”. Y Jafet “habite en las tiendas de Sem”. Los descendientes de Jafet
habían de disfrutar muy especialmente de las bendiciones del Evangelio ... CT 69.2
La profecía de Noé no fue una
denuncia arbitraria y airada ni una declaración de favoritismo. No fijó el
carácter y el destino de sus hijos. Pero reveló cuál sería el resultado de la
conducta que habían escogido individualmente, y el carácter que habían
desarrollado. Fue una expresión del propósito de Dios hacia ellos y hacia su
posteridad, en vista de su propio carácter y conducta. Generalmente, los niños
heredan la disposición y las tendencias de sus padres, e imitan su ejemplo; de
manera que los pecados de los padres son cometidos por los hijos de generación
en generación. Así la vileza y la irreverencia de Cam se reprodujeron en su
posteridad y le acarrearon maldición durante muchas generaciones. “Un pecador
destruye mucho bien”. CT 69.3
Por otro lado, ¡cuán ricamente
fue premiado el respeto de Sem hacia su padre; y qué ilustre serie de hombres
santos se ven en su posteridad! “Conoce Jehová los días de los perfectos,” “y
su simiente es para bendición”. “Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios
fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus
mandamientos, hasta las mil generaciones”.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 98. CT 69.4
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