Siete breves
años, 1 de marzo
Así sirvió Jacob por Raquel
siete años; y le parecieron como pocos días, porque la amaba. Génesis 29:20. CV 66.1
¡Qué diferencia entre su
llegada [la de Jacob] y la del mensajero de Abrahán, casi cien años antes! El
servidor había venido con un séquito montado en camellos, y con ricos regalos
de oro y plata; Jacob llegaba solo, con los pies lastimados, sin más posesión
que su cayado. Como el siervo de Abrahán, Jacob se detuvo cerca de un pozo, y
fue allí donde conoció a Raquel, la hija menor de Labán... Aunque llegó sin
herencia ni acompañamiento, pocas semanas bastaron para mostrar el valor de su
diligencia y habilidad, y se le exhortó a quedarse. Convinieron en que serviría
a Labán siete años por la mano de Raquel. CV 66.2
En los tiempos antiguos era
costumbre que el novio, antes de confirmar el compromiso del matrimonio, pagara
al padre de su novia, según las circunstancias, cierta suma de dinero o su
valor en otros efectos. Esto se consideraba como garantía del matrimonio...
Pero se hacían arreglos para probar a los que no tenían con que pagar la dote
de la esposa. Se les permitía trabajar para el padre cuya hija amaban, durante
un tiempo, que variaba según la dote requerida. Cuando el pretendiente era fiel
en sus servicios, y se mostraba digno también en otros aspectos, recibía a la
hija por esposa, y generalmente, la dote que el padre había recibido se la daba
a ella el día de la boda... CV 66.3
Esta antigua costumbre, aunque
muchas veces se prestaba al abuso, como en el caso de Labán, producía buenos
resultados. Cuando se pedía al pretendiente que trabajara para conseguir a su
esposa, se evitaba un casamiento precipitado, y se le permitía probar la
profundidad de sus afectos y su capacidad para mantener a su familia. En
nuestro tiempo, resultan muchos males de una conducta diferente. Muchas veces
ocurre que antes de casarse las personas tienen poca oportunidad de familiarizarse
con sus mutuos temperamentos y costumbres; y en cuanto a la vida diaria, cuando
unen sus intereses ante el altar, casi no se conocen. Muchos descubren
demasiado tarde que no se adaptan el uno al otro, y el resultado de su unión es
una vida miserable. Historia de los Patriarcas y Profetas, 186, 187.* CV 66.4
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