Una voluntad sumisa, 9 de abril
El que quisiere hacer su
voluntad, conocerá de la doctrina si viene de Dios, o si yo hablo de mí mismo. Juan 7:17. NEV 107.1
Aquellos que han entregado su
voluntad a Dios son enseñados en la escuela de Cristo. ... Son disciplinados en
hábitos de obediencia y de servicio a Dios. No somos criaturas desprovistas de
naturaleza moral. El Evangelio no se dirige únicamente a los que comprenden. Si
así fuera, podríamos encarar su estudio como lo hacemos con un libro que trata
de fórmulas matemáticas, que se refieren únicamente a lo intelectual. ... Su
blanco es el corazón. Se dirige a nuestra naturaleza moral, y toma posesión de
la voluntad. Desecha la imaginación, y toda cosa superior que se exalta contra
el conocimiento de Dios, y cautiva todo pensamiento a la obediencia de Cristo. NEV 107.2
Es el corazón descarriado el
que ha arrastrado las facultades del alma. Todo aquel que quiera aprender la
ciencia de la salvación debe ser estudiante sumiso en la escuela de Cristo,
para que el templo del alma pueda ser el lugar de la morada del Altísimo. Si
queremos aprender de Cristo, el alma debe vaciarse de todas sus orgullosas
posesiones, para que Cristo pueda impresionar su imagen en el alma. ... NEV 107.3
Entonces tendremos tal concepto
del infinito sacrificio de Cristo hecho por nosotros, que el alma se
enternecerá y humillará, y abundará en agradecimiento a Dios. El Espíritu Santo
engendrará un intenso deseo por una oportunidad favorable para dar testimonio
por Cristo y para expresar gratitud y devoción a Aquel que nos ha redimido. En
todo el servicio se verá lealtad y amor. Un ardiente deseo de ser como Cristo,
mantendrá el alma solícita, induciéndola a dar cauce a las emociones
agradecidas, y ante el espectáculo del cielo, dar gracias a Dios por su bondad,
su amor y su compasión. Los tales poseen una gracia que no puede reprimirse
hasta convertírsela en un dócil y uniforme sentimiento diario a la verdad,
mientras el corazón no es afectado. NEV 107.4
¡Oh, cuánto más seguro es
luchar por entrar por la puerta estrecha! Los seres humanos pueden recibir la
antorcha celestial únicamente en el altar de Dios.—Carta 5, 1898, pp. 5-6. NEV 107.5
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