Las peligrosas semillas de la duda, 9 de abril
Dios no es hombre, para que
mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló,
¿y no lo ejecutará? Números 23:19. ELC 108.1
Los que están perpetuamente
hablando de dudas y exigiendo evidencias adicionales para disipar sus nubes de
incredulidad, no están edificando sobre la Palabra. Su fe descansa sobre
circunstancias, está fundada sobre el sentimiento. Pero el sentimiento, por más
placentero que sea, no es fe. La Palabra de Dios es el fundamento sobre el cual
debemos edificar nuestras esperanzas del cielo. ELC 108.2
Es una desgracia muy grande ser
un incrédulo crónico, mirando y pensando siempre en sí mismo. Mientras estás
mirando al yo, mientras éste sea el tema de tus pensamientos y conversaciones,
no puedes esperar conformarte a la imagen de Cristo. El yo no es tu salvador.
No tienes cualidades redentoras en ti mismo. El “yo” es un barquito muy frágil
para tu fe. Apenas trates de confiar en él, se hundirá. La lancha salvavidas es
tu única seguridad. Jesús es el Capitán de la lancha salvavidas y él nunca
perdió a un pasajero.—Carta 11, 1897. ELC 108.3
Necesitamos que una atmósfera
más celestial circunde nuestras almas. Necesitamos que un carbón encendido del
altar toque nuestros labios. Necesitamos oír las palabras de Cristo: “Sé
limpio”. Si hemos esparcido tinieblas, si hemos acumulado hojarasca y atesorado
dudas, si hemos sembrado semillas de duda y desánimo en las mentes de otros,
que Dios nos ayude a ver nuestro pecado. No podemos permitirnos pronunciar una
sola palabra de duda, porque ésta germinará, crecerá y traerá una amarga
cosecha. Deberíamos hacer caso a la exhortación: “Sed también vosotros santos
en toda vuestra manera de vivir”. 1 Pedro 1:15. Una semilla de duda sembrada, y
ya estará más allá del poder del hombre matarla. Solamente Dios puede quitarla
del alma.—Manuscrito 66, 1895. ELC 108.4
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