Apreciemos la luz de las escrituras, 9 de abril
Envía tu luz y tu verdad; éstas
me guiarán; me conducirán a tu santo monte, y a tus moradas. Salmos 43:3. RJ 105.1
El Espíritu Santo debe obrar en
el corazón de los maestros de la Palabra de Dios, para que ellos puedan
entregar la verdad a la gente de la misma manera clara y pura como Cristo
entregó la verdad. El la reveló no sólo en sus palabras, sino en su vida... RJ 105.2
Los hombres en esta época del
mundo actúan como si tuvieran la libertad de cuestionar las palabras del
Infinito, de reestudiar sus decisiones y mandamientos, apoyándolos,
revisándolos, rehaciéndolos y anulándolos a su placer. Y si no pueden viciar el
sentido, malinterpretar o alterar la clara decisión de Dios, o torcerla para
agradar a la multitud y a sí mismos, se desentienden de ella. Nunca estaremos
seguros mientras seamos guiados por opiniones humanas; pero lo estaremos cuando
seamos conducidos por un “Así dice el Señor”. No podemos confiar la salvación
de nuestras almas a ninguna norma menor que la decisión de un Juez infalible.
Quienes hacen de Dios su guía, y de su Palabra su consejera, siguen la lámpara
de la vida. Los oráculos vivientes de Dios guían sus pies por caminos rectos. RJ 105.3
Quienes son guiados no osarán
juzgar la Palabra de Dios, sino que siempre permiten que la Palabra los juzgue.
Obtienen su fe y su religión de la Palabra de Dios. Es la guía que orienta su
camino. Es una lámpara a sus pies, y una lumbrera para su camino. Ellos caminan
bajo la dirección del Padre de la luz, en quien no hay mudanza, ni sombra de
variación. Aquel cuya tierna misericordia está sobre todas sus obras, hace que
el sendero del justo sea como una luz resplandeciente, que brilla más y más
hasta que el día es perfecto.—The Review and Herald, 21 de febrero de 1899. RJ 105.4
Tenemos luz en las Escrituras,
y se nos tomará en cuenta toda la luz que no es atesorada. Las obras de muchos
no armonizan con la verdad que han recibido. Hay demasiado del elemento humano
dentro de nuestros planes. No dependemos del Espíritu Santo para obrar con su
energía transformadora sobre el corazón y la vida. Somos deficientes en fe, la
cual es invencible y misteriosa. La eficacia de la verdad se debilita por el
rumbo de quienes no purifican sus almas por medio de la obediencia a la verdad. RJ 105.5
Los que teman al Señor y
guarden su pacto conocerán sus secretos. Necesitamos fe en Dios, para que bajo
el poder santificador de su Palabra se manifiesten los principios de la
hermandad humana. Su poder sobre la mente y el corazón nos capacitará para
presentar las verdades de la santa Palabra de Dios. La sana doctrina, puesta en
contacto real con las almas, resultará en prácticas sanas y elevadas. La verdad
tal como es en Jesús debe ser atesorada. Entonces los cristianos no serán
cristianos sólo de nombre. El amor de Cristo permeará sus vidas.—The Review and Herald, 28 de febrero de 1899. RJ 105.6
Comentarios
Publicar un comentario