Al final, los enemigos de Dios perecerán, 9 de
abril
“Entonces Moisés extendió su
mano sobre el mar, y cuando amanecía, el mar se volvió en toda su fuerza, y los
egipcios al huir se encontraban con el mar, y Jehová derribó a los egipcios en
medio del mar”. Éxodo 14:27. CT 108.1
En los vastos dominios del
mundo que Dios ha creado, no hay un reino que sea independiente de Dios. Y
cuando los hombres y las mujeres, ciudadanos de un reino terrenal o de una
comunidad, comprenden las leyes diseñadas para gobernar a los súbditos del Hacedor
del universo, pero se niegan a obedecerlas, caen bajo condenación de la ley que
Dios, el supremo gobernante, ha establecido desde la fundación del mundo... CT 108.2
A causa de la obstinación de
Faraón, se determinó que la voz de Dios, y con tono de mando, reclamara que los
israelitas fueran liberados de su vida de esclavitud. Faraón se negó, y el
Señor castigó al reino porque aquel gobernante terrenal no permitía que el
pueblo de Dios saliera a fin de transformarse en un reino bajo la soberanía
divina. La negativa de Faraón trajo muchas plagas sobre Egipto, hasta que al
fin el obstinado monarca se vio compelido a aceptar el plan divino. Y
nuevamente endureció su corazón en abierta rebelión contra Dios y envió a sus
inmensas huestes a traer de regreso a los israelitas para que continuaran
sirviendo al soberano de Egipto. CT 108.3
El Señor obró maravillas en
favor de la salvación de su pueblo. Y abrió, a través de las aguas del Mar
Rojo, un sendero hacia la libertad. Las aguas se amontonaron formando una poderosa
muralla, y una senda de liberación se abrió delante de las huestes de Israel
que seguían el liderazgo de Moisés. CT 108.4
En el proceso de persecución de
Israel el gran ejército de Egipto se aventuró a cruzar el mar por la misma
senda que transitaron los hebreos. Una oscura nube se encontraba delante de
ellos; con todo, prosiguieron su camino. Cuando todo el ejército—“los carros y
la caballería y todo el ejército de Faraón”—estuvo en el lecho mismo del mar,
el Señor dijo a Moisés: “Extiende tu mano sobre el mar”. Israel había pasado
sin mojarse los pies, pero oía los gritos del ejército perseguidor. Cuando
Moisés extendió su vara sobre el mar, las aguas que habían permanecido como una
gran muralla fluyeron en su curso natural. No escapó ni uno de todo aquel vasto
ejército de egipcios. Todos perecieron en su determinación de cumplir su propia
voluntad y rechazar los caminos de Dios. Aquella ocasión señaló el fin de su
tiempo de gracia. CT 108.5
Así también ocurrirá con todo
grupo que rechace la luz que Dios nos da y persista en seguir un curso de
acción que invalide la ley del que es el supremo gobernante sobre todo otro
rey; sobre todo poder mundanal que se oponga a la ley del supremo gobernante
del universo y exaltándose a sí mismo se oponga a la expresa voluntad del gran
Yo Soy.—Manuscrito 35, 1906. CT 108.6
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