Remedio para la enfermedad del pecado, 2 de
marzo
Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta
del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y
podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite. Isaías 1:5, 6. MSV76 67.1
Hay un remedio para el alma enferma de pecado. Ese remedio está en
Jesús. ¡Precioso Salvador! Su gracia basta para los más débiles; y los más
fuertes deben recibir también su gracia o perecer. MSV76 67.2
Vi cómo se puede obtener esta gracia. Id a vuestra cámara, y allí
a solas, suplicad a Dios: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un
espíritu recto dentro de mí”. Salmos 51:10. Tened fervor y sinceridad...
Como Jacob, luchad en oración. Agonizad. En el huerto Jesús sudó grandes gotas
de sangre; pero habéis de hacer un esfuerzo... MSV76 67.3
No permita Dios que yo deje de amonestaros. Jóvenes amigos, buscad
al Señor de todo corazón. Acudid a él con celo, y cuando sintáis sinceramente
que sin la ayuda de Dios habríais de perecer, cuando le anheléis a él como el
ciervo anhela las corrientes de agua, entonces el Señor os fortalecerá
prestamente. Entonces vuestra paz sobrepujará todo entendimiento. Si esperáis
la salvación, debéis orar. Tomad tiempo para ello. No os apresuréis ni seáis
negligentes en vuestras oraciones. Rogad a Dios que obre en vosotros una
reforma cabal, para que los frutos de su Espíritu moren en vosotros y permanezcáis
como luminarias en el mundo. No seáis un estorbo ni una maldición. ¿Os dice
Satanás que no podéis disfrutar de la salvación, plena y gratuitamente? No le
creáis. Vi que es privilegio de todo cristiano gozar de las profundas emociones
del Espíritu de Dios. Una paz dulce y celestial invadirá la mente y os
deleitaréis en meditar en Dios y en el cielo. Os regocijarán las gloriosas
promesas de su Palabra... MSV76 67.4
Si los que profesan ser cristianos aman más a Jesús que al mundo,
se deleitarán al hablar de él como de su mejor amigo, en quien concentran los
más caros afectos. El acudió en su auxilio cuando ellos se sintieron perdidos y
a punto de perecer. Cuando estaban cansados y agobiados por el pecado, se
volvieron hacia él. El quitó su carga de la culpabilidad del pecado... y desvió
toda la corriente de sus afectos. Aborrecen ahora las cosas que una vez amaron,
y aman las cosas que aborrecían.4Joyas
de los Testimonios 1:51-53.
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