Dependamos de nuestro abogado divino, 2 de marzo
Por lo cual alegraos, cielos, y
los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar!, porque
el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco
tiempo. Apocalipsis 12:12. SSJ 68.1
Los que guardan los
mandamientos de Dios y la fe de Jesús sentirán la ira del dragón y de su
hueste. Satanás considera súbditos suyos a los habitantes del mundo; ha
obtenido el dominio de las iglesias apóstatas; pero ahí está ese pequeño grupo
que resiste su supremacía. Si él pudiese borrarlo de la tierra, su triunfo
sería completo. Así como influyó en las naciones paganas para que destruyesen a
Israel, pronto incitará a las potestades malignas de la tierra a destruir al pueblo
de Dios. Todo lo que se requerirá será que rinda obediencia a los edictos
humanos en violación de la ley divina. Los que quieran ser fieles a Dios y al
deber serán amenazados, denunciados y proscritos. Serán traicionados por
“padres, y hermanos, y parientes, y amigos”. Lucas 21:16. SSJ 68.2
Su única esperanza se cifra en
la misericordia de Dios; su única defensa será la oración. Así como Josué
intercedía delante del ángel, la iglesia remanente, con corazón quebrantado y
fe ferviente, suplicará perdón y liberación por medio de Jesús su Abogado. Sus
miembros serán completamente conscientes del carácter pecaminoso de su vida,
verán su debilidad e indignidad, y mientras se miren a sí mismos, estarán por
desesperar. SSJ 68.3
El tentador estará listo para
acusarlos como estaba listo para resistir a Josué. Señalará sus vestiduras
sucias, su carácter deficiente. Presentará su debilidad e insensatez, su pecado
de ingratitud, cuán poco semejantes a Cristo son, lo cual ha deshonrado a su
Redentor. Se esforzará por espantar a las almas con el pensamiento de que su
caso es desesperado, de que nunca se podrá lavar la mancha de su contaminación.
Esperará destruir de tal manera su fe que se entreguen a sus tentaciones, se
desvíen de su fidelidad a Dios y reciban la marca de la bestia... SSJ 68.4
Pero aunque los seguidores de
Cristo han pecado, no se han entregado al dominio del mal. Han puesto a un lado
sus pecados, han buscado al Señor con humildad y contrición, y el Abogado
divino intercede en su favor. El que ha sido el más ultrajado por su
ingratitud, el que conoce sus pecados y también su arrepentimiento, declara:
“¡Jehová te reprenda, oh Satán! Yo di mi vida por estas almas. Están esculpidas
en las palmas de mis manos”.—Joyas de los Testimonios 2:175-177. SSJ 68.5
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