Aprendemos de Cristo, 2 de marzo
Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Mateo 11:29. HHD 70.1
Solamente con la ayuda del Maestro divino podemos comprender las
verdades de la palabra de Dios. En su escuela aprenderemos cómo ser mansos y
humildes. El nos revela cómo comprender los misterios de la piedad.—Manuscrito 99, 1902. HHD 70.2
Que todos los que deseen adquirir la más elevada educación,
aprendan... que Dios está cerca de todos los que lo buscan de todo corazón.
Mientras más contemplamos el carácter de Dios, más humildes llegamos a ser, y
más baja es la estimación de nuestro propio yo. Esta es ciertamente la
evidencia de que el que eso hace contempla a Dios, y está unido a Jesucristo. A
menos que seamos mansos y humildes, no podremos en verdad pretender que tenemos
el más mínimo concepto del carácter de Dios. HHD 70.3
Los hombres pueden pensar que poseen cualidades superiores. Sus
espléndidos talentos, su gran erudición o elocuencia, su actividad y celo,
pueden deslumbrar el ojo, deleitar la fantasía, y despertar la admiración de
los que no pueden ver bajo la superficie. Pero a menos que la humildad y la
modestia estén vinculadas con esos otros dones, se verá la glorificación y la
exaltación propias. A menos que cada cualidad sea consagrada al Señor, a menos
que aquellos a quienes el Señor ha confiado sus dones busquen esa gracia que
solamente puede obrar para que tales cualidades sean aceptas por Dios, serán
considerados por el Señor... como siervos inútiles. “Los sacrificios de Dios
son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás
tú, oh Dios”... Aquellos cuyo corazón esté ablandado y sometido, que hayan
visto las gloriosas manifestaciones del carácter de Dios, no revelarán
presunción descuidada... El yo se perderá en la conciencia que tienen de la
maravillosa gloria de Dios, y de su propia completa indignidad.—Carta 87, 1896.
Comentarios
Publicar un comentario