Cristo en su trono es sacerdote, 2 de marzo
Por tanto, teniendo un gran
sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos
nuestra profesión. Hebreos 4:14. MGD 69.1
En el templo celestial, la
morada de Dios, su trono está asentado en juicio y en justicia. En el lugar
santísimo está su ley, la gran regla de justicia por la cual es probada toda la
humanidad. El arca, que contiene las tablas de la ley, está cubierta con el
propiciatorio, ante el cual Cristo ofrece su sangre a favor del pecador. Así se
representa la unión de la justicia y de la misericordia en el plan de la
redención humana... MGD 69.2
Como sacerdote, Cristo está
sentado ahora con el Padre en su trono. En el trono, en compañía del Dios
eterno que existe por sí mismo, está Aquel que “ha llevado nuestros
padecimientos, y con nuestros dolores... se cargó” (Isaías 53:4), quien fue “tentado en todo
punto, así como nosotros, mas sin pecado”. Hebreos 4:15... “Si alguno pecare, abogado
tenemos para con el Padre, a saber, a Jesucristo el Justo”. 1 Juan 2:1 (VM). Su intercesión es la de un
cuerpo traspasado y quebrantado y de una vida inmaculada. Las manos heridas, el
costado abierto, los pies desgarrados, abogan en favor del hombre caído, cuya
redención fue comprada a tan infinito precio.—El Conflicto de los Siglos, 467-469. MGD 69.3
La intercesión de Cristo por el
hombre en el santuario celestial es tan esencial para el plan de la salvación
como lo fue su muerte en la cruz... De los defectos de carácter se vale Satanás
para intentar dominar toda la mente, y sabe muy bien que si se conservan estos
defectos, lo logrará. De ahí que trate constantemente de engañar a los
discípulos de Cristo con su fatal sofisma de que les es imposible vencer. Pero
Jesús aboga en su favor con sus manos heridas, su cuerpo quebrantado, y declara
a todos los que quieran seguirle: “Bástate mi gracia”. 2 Corintios 12:9... Nadie considere, pues, sus
defectos como incurables. Dios concederá fe y gracia para vencerlos.—Ibid. 543, 544. MGD 69.4
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