El pecador arrepentido es aceptado en Cristo, 2
de marzo
Porque no entró Cristo en el
santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para
presentarse ahora por nosotros ante Dios. Hebreos 9:24. RJ 67.1
Cristo es nuestro sacrificio,
nuestro sustituto, nuestra garantía, nuestro intercesor divino; El fue hecho
por nosotros justificación, santificación y redención. “Porque no entró Cristo
en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo
para presentarse ahora por nosotros ante Dios”. RJ 67.2
La intercesión de Cristo en
nuestro favor presenta sus méritos divinos al ofrecerse a sí mismo al Padre
como nuestro sustituto y garante; pues ascendió a lo alto para expiar nuestras
transgresiones... “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a
Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por
nuestros pecados”. 1 Juan 4:10. “Por lo cual puede también salvar
perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para
interceder por ellos”. Hebreos 7:25. RJ 67.3
De estos pasajes resulta claro
que no es la voluntad de Dios que usted desconfíe y torture su alma con el
temor de que Dios no lo aceptará por ser pecador e indigno... Presente su caso
ante El, invocando los méritos de la sangre vertida en la cruz del Calvario en
su favor. Satanás lo acusará de ser un gran pecador, y usted tendrá que admitir
que lo es, pero puede decir: “Sé que soy un pecador, y por eso necesito un
Salvador. Jesús vino al mundo a salvar pecadores. ‘La sangre de Jesucristo nos
limpia de todo pecado’... No tengo méritos o bondad con que reclamar la
salvación, pero presento delante de Dios la sangre plenamente expiatoria del
inmaculado Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Ese es mi único
argumento. El nombre de Jesús me da acceso al Padre. Sus oídos y su corazón
están atentos a mi más débil súplica, y El satisface mis necesidades más
profundas”... RJ 67.4
La justicia de Cristo hace que
el pecador penitente sea aceptable ante Dios y obra su justificación. No
importa cuán pecadora haya sido su vida, si cree en Jesús como su Salvador
personal, se halla delante de Dios vestido con el manto inmaculado de la
justicia imputada de Cristo. RJ 67.5
El pecador que estaba hace tan
poco tiempo muerto en transgresiones y pecado revive por la fe en Cristo. Por
fe ve que Jesús es su Salvador, que vive para siempre y que puede salvar hasta
lo sumo a todos los que se acercan a Dios por medio de El. En la expiación
hecha por El el pecador ve tal anchura, longitud, profundidad y altura de
capacidad—ve una salvación tan completa, comprada a un precio tan infinito—,
que su alma se llena de alabanza y gratitud.—The Signs of the
Times, 4 de julio de 1892. RJ 67.6
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