Mezclar la fe con el oir, 2 de marzo
Porque también a nosotros se
nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no le aprovechó el oír la
palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron. Hebreos 4:2. ATO 73.1
La vida es un legado sagrado...
Cristo nos ha dado este tiempo presente para prepararnos para el hogar
celestial. La decisión que el Juez de todos tome en cada caso, estará
exactamente de acuerdo con la vida que el instrumento humano haya vivido
durante el tiempo de prueba que se le concendió. ATO 73.2
Necesitamos comprender la
necesidad de ejercer una fe que sea aceptable a Dios: la fe que obra por el
amor y purifica el alma. Sin fe es imposible escuchar la Palabra en forma tal
que sea de provecho, aun cuando se la presente de la manera más impresionante... ATO 73.3
A menos que mezclemos la fe con
el oír la Palabra, a menos que recibamos las verdades que escuchamos como un
mensaje proveniente del Cielo para ser cuidadosamente estudiado, para ser
ingerido por el alma y asimilado en la vida espiritual, perderemos las
impresiones que hizo el Espíritu de Dios. No comprendemos por experiencia lo
que significa hallar descanso por la aceptación de la divina seguridad de la
Palabra. ATO 73.4
No se puede exagerar la importancia
del estudio de la Palabra. Sus promesas son grandes y llenas de riqueza. En
ningún caso debiéramos dejar de asegurarnos el tesoro celestial. Cristo es
nuestra única seguridad. No podemos confiar en el razonamiento humano. El mundo
está lleno de hombres y mujeres que abrazan teorías engañosas, es peligroso
escucharlos... ATO 73.5
La religión de Jesucristo obra
una reforma en la vida y el carácter. El verdadero cristiano busca
constantemente la gracia que cambia los rasgos objetables del carácter natural.
En vez de hablar palabras cortantes y dictatoriales, habla las palabras de
ánimo que Cristo hablaría si estuviera en su lugar. Muestra benevolencia hacia
todos, y no solamente a los pocos que alaban y exaltan su sabiduría. La pureza
y santidad que se revelaron en la vida de Cristo irradian de la vida del
verdadero cristiano. ATO 73.6
Los cristianos han de ser
portadores de luz en el mundo, que brillen en medio de las tinieblas del pecado
y el crimen. En el reino de este mundo deben enfrentar constantemente los
principados y poderes que eligen a Satanás como su jefe. Son hijos de Dios los
que reciben a Cristo y siguen su ejemplo al llevar la cruz y negarse a sí
mismos. “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les
dió potestad de ser hechos hijos de Dios”. Juan 1:12. Ellos son los vencedores en la
batalla de la vida, porque se han revestido del nuevo hombre “el cual conforme
a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno”. Colosenses 3:10.—Manuscrito 30, del 2 de marzo de 1902, “La
semejanza a Cristo en el trato comercial”.* ATO 73.7
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