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La fe sin obras es muerta

La fe sin obras es muerta, 6 de marzo
¿No fue justificado por las obras Abrahán nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Santiago 2:21, 22.

Necesitamos tener más de Jesús y mucho menos del yo. Necesitamos la sencillez de un niño que nos conduzca a contarle al Señor todos nuestros deseos, y creer que de acuerdo con sus riquezas y bondad y amor satisfará nuestras necesidades. “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré”. Si me aman, dice, mostrarán su amor guardando mis mandamientos. “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad”Juan 14:13, 16, 17.

“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él”Juan 14:21. Esta es la única prueba del carácter. Al hacer la voluntad de Dios damos la mejor evidencia de que amamos a Dios y a Jesucristo a quien ha enviado. Las palabras de amor a Dios repetidas a menudo no tienen valor a menos que el amor se manifieste en la vida práctica. El amor a Dios no es un mero sentimiento; es un poder viviente y que obra. El hombre que hace la voluntad de su Padre que está en los cielos muestra al mundo que ama a Dios. El fruto de su amor se ve por medio de buenas obras...

El apóstol Santiago vio los peligros que surgirían al presentar el tema de la justificación por la fe, y se esforzó por mostrar que la fe genuina no puede existir sin las obras correspondientes. Presenta la experiencia de Abrahán. “¿No ves—dice—que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras?” Esta fe genuina realiza una obra genuina en los creyentes. La fe y la obediencia producen una experiencia sólida y valiosa.

Hay una creencia que no es fe salvadora. La Palabra declara que los demonios creen y tiemblan. La así llamada fe que no obra por amor ni purifica el alma no justificará al hombre. “Vosotros veis—dice el apóstol—, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe”. Santiago 2:24. Abrahán creyó a Dios. ¿Cómo sabemos que creyó? Sus obras testificaron del carácter de su fe, y su fe le fue contada por justicia.

Necesitamos hoy la fe de Abrahán para iluminar las tinieblas que nos rodean, que impiden que nos lleguen los dulces rayos del amor de Dios y que detienen nuestro crecimiento espiritual. Nuestra fe debiera ser fecunda en buenas obras, pues la fe sin obras es muerta. Cada tarea que realizamos, cada sacrificio que hacemos en nombre de Jesús, produce una recompensa enorme. En el mismo acto del deber Dios habla y nos da su bendición.—The Signs of the Times, 19 de mayo de 1898.

https://m.egwwritings.org/es/book/1754.546

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