Seres caídos pueden unirse a Dios, 26 de enero
“De modo que si alguno está en
Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas”. 2 Corintios 5:17. CT 34.1
El hombre cortó su conexión con
Dios y su alma quedó paralizada y débil por el veneno mortal del pecado. Pero
hubo un momento cuando se proclamó en las cortes celestiales: “¡Se ha
encontrado redención! Se ha dado una vida divina como rescate por el hombre.
Uno igual al Padre ha llegado a ser el sustituto del ser humano”. CT 34.2
Dios dio a su Hijo unigénito a
la raza humana para que el hombre pudiera llegar a ser partícipe de la
naturaleza divina mediante la aceptación del remedio provisto para el pecado y permitiendo
que la gracia de Cristo obre en su vida. El poder de la Divinidad obrando en la
humanidad puede colocar al hombre en una relación correcta con Dios. El hombre
caído que se aferra del poder divino puesto a su alcance puede llegar a ser uno
con Dios. La vida eterna es la bendición que Cristo vino a dar al mundo. CT 34.3
“Y a los ángeles que no
guardaron su dignidad”, afirmó el Señor, “los ha guardado bajo oscuridad, en
prisiones eternas, para el juicio del gran día”. El elemento de maldad que se introdujo
en la esfera celeste cuando los primeros ángeles cayeron nunca más será
permitido en el cielo. Sin embargo, mientras estemos en la tierra, tendremos
que afrontar el mal y luchar con denuedo en su contra. Hay una lucha que se
libra en cada alma. Satanás pondrá a su servicio a todos aquellos que elijan
hacer su propia voluntad y rehúsen convertirse a las sendas del Señor. Y el
conocimiento que han adquirido en las cosas divinas será unido al conocimiento
que Satanás emplea para fortalecer su posición en el conflicto. CT 34.4
La gracia abunda en Cristo y
los que se pongan de parte del Redentor serán nuevas criaturas. En carácter
serán uno con Dios. ¡En esto hay amor! Dios implanta las virtudes de su
carácter en quienes lo reciben. En virtud de su infinito sacrificio, él eleva a
la raza humana de su condición de esclavitud a la voluntad de Satanás y hace de
estos hombres y mujeres, hijos e hijas del Rey del cielo... CT 34.5
Cristo vino a sufrir en favor
de la raza caída, porque Satanás afirmaba con soberbia que nadie podría
resistir sus estratagemas y vivir una vida inmaculada. Revestido de la
naturaleza humana, el Redentor se sometió a todas las tentaciones que acosan a
los seres humanos y en cada una alcanzó la victoria. El mundo tiene ante sí el
registro de su vida, por lo que nadie debiera dudar del poder de la gracia de
Dios. Cada alma que se afana por alcanzar la perfección del carácter cristiano
encontrará en este mundo un campo de batalla en el que lidian el bien y el mal.
Y los que confían en Cristo alcanzarán la victoria.—Carta 38, 1907. CT 34.6
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