Paz, 5 de marzo
Por nada estéis afanosos, sino
sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con
acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará
vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Filipenses 4:6, 7. RP 75.1
El Redentor del mundo decidió
ofrecerle a sus atribulados discípulos el más poderoso de los consuelos. De una
extensa gama de posibilidades, escogió el tema del Espíritu Santo para que
inspirara y vivificara sus corazones. Sin embargo, aunque Cristo hizo mucho
para darlo a conocer, ¡cuán poco habita en medio de las iglesias! Aunque la
divina influencia es esencial para la obra del perfeccionamiento del carácter
cristiano, muchas veces son ignorados el nombre y la presencia del Espíritu
Santo. RP 75.2
Algunos no están en paz. No
tienen descanso. Están en un estado de irritación permanente, permiten que los
dominen sus impulsos y pasiones. Nada saben acerca de experimentar la paz y el
descanso en Cristo. Al no tener ancla, son como un barco azotado y arrastrado
por el viento. En cambio, los que permiten que el Espíritu Santo gobierne sus
mentes, proceden con mansedumbre y humildad. Por obrar en cooperación con
Cristo serán guardados en completa paz. Los que no se dejan guiar por el
Espíritu Santo son como las agitadas aguas del océano. RP 75.3
El Señor nos ha dado la debida
orientación para que podamos conocer su voluntad. Los que tienen su mente
centrada en el yo, son autosuficientes. Piensan que no necesitan estudiar la
Biblia, y se sienten muy perturbados cuando otros no tienen sus mismas ideas
equivocadas e idéntica visión distorsionada. En cambio, los que son guiados por
el Espíritu Santo afirman el ancla detrás del velo, donde Jesús entró por
nosotros. Investigan en las Escrituras con toda seriedad, y buscan la luz y el
conocimiento que puedan guiarlos en medio de las perplejidades y peligros que
encuentran a cada paso. Al contrario, los que son impacientes se quejan y
murmuran, leen la Biblia sólo con el propósito de vindicar su propio curso de
acción, mientras ignoran y pervierten el consejo de Dios. El que tiene paz es
porque puso su voluntad del lado de Dios y quiere seguir la divina orientación.—The Signs of the
Times, 14 de agosto de 1893. RP 75.4
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