Más que palabras, 5 de marzo
Sobre toda cosa guardada,
guarda tu corazón: porque de él mana la vida. Proverbios 4:23. CDCD 71.1
Sin la completa purificación de
la vida, sin mansedumbre y humildad intelectual, los profesos seguidores de
Cristo no pueden honrarlo ante el mundo. Si la gracia de Cristo no se
manifiesta en sus vidas, nunca podrán ser admitidos en las mansiones celestiales
que él ha ido a preparar para los que lo aman... CDCD 71.2
Hay entre los miembros de
nuestra iglesia algunos que, mientras profesan andar en los caminos del Señor,
están incorporando a su profesión de fe los procedimientos y hábitos de un yo
no convertido, y en consecuencia están corrompiendo sus caracteres. Tanta cosa
frívola se introduce en la vida del hogar y de la iglesia que se agravia al
Espíritu de Cristo. Hay familias enteras entre nosotros que, a menos que
despierten de su somnolencia y su indiferencia, se perderán, porque no se están
convirtiendo cada día. No entienden la ciencia divina de la verdadera santidad,
y por lo tanto no son vasos que el Maestro pueda usar. Han permitido que
Satanás tenga el gobierno y el control de sus palabras y acciones, y no se dan
cuenta de cuánto daño han hecho a las almas debido a su exaltación propia. Han
herido el corazón de Cristo al dañar a los que han sido comprados con su
sangre. Se me ha ordenado decir a estos inconversos presuntos creyentes: “Cavad
profundamente y poned un sólido fundamento sobre la Roca que es Cristo Jesús.
No basta que habléis de la vida superior”... CDCD 71.3
La futura vida eterna de cada
persona depende no de las palabras, no de la profesión de fe, sino de las obras
llevadas a cabo con mucho fervor. Necesitamos hacer un esfuerzo decidido para
guardar con toda diligencia nuestro corazón, mientras miramos a Jesús, el Autor
y Consumador de nuestra fe. Necesitamos vigilar nuestra lengua incontrolada.
Necesitamos estar atentos para descubrir las oportunidades de hacer el bien,
como lo hizo Jesús. Ministros del Evangelio: Predicad a Cristo. Incorporad su
gracia celestial a vuestras vidas y pensamientos. Sed veraces, y manteneos bajo
la disciplina de la Palabra de Dios. Debemos ser salvos de acuerdo con el
método señalado por Dios. Debemos confiar en su consejo, y unirnos con él para
hacer sus obras. El corazón arrepentido siempre es sensible. Enseñad a cada
persona que pretende ser un hijo de Dios, que el carácter bien edificado
siempre está de acuerdo con el modelo divino.—Carta 80, del 5 de marzo de 1907, dirigida a
los miembros de las iglesias de Australia. CDCD 71.4
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