La perla inmaculada, 5 de marzo
También el reino de los cielos
es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una
perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró. Mateo 13:45, 46. MSV76 70.1
Cristo mismo es la perla de
gran precio... La justicia de Cristo, cual pura y blanca perla, no tiene
defecto ni mancha. Ninguna obra humana puede mejorar el grande y precioso don
de Dios. Es perfecto. En Cristo “están escondidos todos los tesoros de la
sabiduría y del conocimiento”. Colosenses 2:3. El “nos ha sido hecho por Dios
sabiduría, justificación, santificación y redención”. 1 Corintios 1:30. Todo lo que puede satisfacer
las necesidades y los anhelos del alma humana, para este mundo y para el mundo
venidero, se halla en Cristo. Nuestro Redentor es una perla tan preciosa que en
comparación con ella todas las demás cosas pueden reputarse como pérdida... MSV76 70.2
En la parábola, la perla no es
presentada como dádiva. El tratante la compró a cambio de todo lo que tenía.
Muchos objetan el significado de esto, puesto que Cristo es presentado en las
Escrituras como un don. El es un don, pero únicamente para aquellos que se
entregan a él sin reservas, en alma, cuerpo y espíritu. Hemos de entregarnos a
Cristo para vivir una vida de voluntaria obediencia a todos sus requerimientos.
Todo lo que somos, todos los talentos y facultades que poseemos son del Señor,
para ser consagrados a su servicio. Cuando de esta suerte nos entregamos por
completo a él, Cristo, con todos los tesoros del cielo, se da a sí mismo a
nosotros. Obtenemos la perla de gran precio... En el mercado administrado por
la misericordia divina, la perla preciosa se representa vendiéndose sin dinero
y sin precio. En este mercado, todos pueden obtener las mercancías del cielo.
La tesorería que guarda las joyas de la verdad está abierta para todos... La
voz del Salvador nos invita con amor fervoroso: “Yo te aconsejo que de mí
compres oro refinado en fuego, para que seas rico”. Apocalipsis 3:18... MSV76 70.3
El más pobre es tan capaz de
comprar la salvación como el más rico; porque no se puede conseguir por ninguna
cantidad de riqueza mundanal. La obtenemos por una obediencia voluntaria,
entregándonos a Cristo como su propia posesión comprada... MSV76 70.4
No podemos ganar la salvación,
pero debemos buscarla con tanto interés y perseverancia como si abandonáramos
todas las cosas del mundo por ella.8Palabras de Vida del Gran Maestro, 87-89. MSV76 70.5
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