No somos salvados por apoderado, 25 de marzo
Así que cada uno examine su obra, y entonces tendrá gloria sólo
respecto de sí mismo, y no en otro. Gálatas 6:4. NEV 92.1
Nadie puede servir a Dios mediante apoderado. Hay muchos que dan
la impresión de que piensan que en este mundo hay alguien más poderoso que
Cristo, sobre el cual pueden confiar, y en lugar de ir directamente a Cristo
tal como son, y entregarse sin reservas a él, salen en busca de ayuda humana.
Dios quiere que tengamos una experiencia individual. ... Yo no puedo forjar un
carácter por Ud., y Ud. no puede forjar un carácter por mí.—The General Conference Bulletin, 23 de abril de 1901, 424. NEV 92.2
El Evangelio trata con las personas individualmente. Cada ser
humano tiene un alma para salvar o perder. Cada uno tiene una individualidad
separada y diferente de la de todos los demás. Cada uno debe convencerse por sí
mismo, y convertirse por sí mismo. Debe recibir la verdad, arrepentirse, creer
y obedecer por sí mismo. Debe ejercitar su voluntad por sí mismo. ... Cada uno
debe entregarse a Dios por un acto de su propia voluntad.—Manuscrito 28, 1898, pp. 2. NEV 92.3
El Señor no quiere que se destruya nuestra individualidad; no es
su propósito que dos personas sean exactamente iguales en gustos y
disposiciones. Todos tienen características peculiares, y éstas no deben
destruirse, sino educarse, moldearse, transformarse a la similitud de Cristo.
El Señor convierte las actitudes y las capacidades naturales, en instrumentos
provechosos. En el desarrollo de las facultades que Dios ha dado, los talentos
y las habilidades crecen, si el instrumento humano reconoce el hecho de que sus
facultades le han sido confiadas por Dios, para ser usadas, no con propósitos
egoístas, ... sino para la gloria de Dios y el bien de sus semejantes.—Carta 20, 1894, pp. 1. NEV 92.4
A cada hombre, Dios—no el hombre—ha dado su obra. Esta es una obra
individual: la formación del carácter según la similitud divina. El lirio no
debe tratar de ser como la rosa. Hay diferencia en la formación de las flores y
en los frutos, pero las características de cada una derivan de Dios. ... Es el
propósito de Dios que aun los hombres mejores no sean todos del mismo carácter.
Una vida consagrada al servicio de Dios, se desarrollará y adquirirá hermosura
en su individualidad.—Manuscrito 116, 1898, pp.
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